Por Cecilia Moreau (*)
La Argentina se encuentra ante una situación límite. El Gobierno de Milei no vacila en enfrentar todos y cada uno de los derechos que con tanto esfuerzo hemos conseguido: las políticas de protección social, el sistema previsional, la defensa de los derechos humanos, la agenda de “memoria, verdad y justicia”, la defensa de los pueblos originarios, de las diversidades, de las infancias, de las personas migrantes. Con un cinismo descarado lo expresó de modo claro el ministro de Desregulación, elenco estable de todas las administraciones neoliberales: ante cada necesidad habrá un mercado.
Coherencia no les falta a Milei y sus acólitos. En campaña habían afirmado que la justicia social es un robo, que el Estado no tendría que existir, que venían a destruirlo desde adentro, que el ámbito natural de respuesta a las necesidades es el mercado, que la desregulación es el único camino y plantearon incluso la “venta de órganos o niños”. Se presentaron con la gramática radical del pensamiento conservador, defendiendo una propuesta individualista y mercantilizadora de la política.
Las medidas de su primer año expresan que su proyecto es la restauración de la Argentina oligárquica, un país previo al surgimiento de los dos grandes movimientos nacional-populares que se expresaron en la incorporación de las masas a la política y en la ampliación de los derechos políticos, económicos y sociales: el período entre el Yrigoyenismo y el Peronismo, que consolidó un proceso de movilidad social ascendente único en América Latina.
No es la primera vez que se intenta llevar adelante un modelo de apertura indiscriminada. En todas las ocasiones (durante la Dictadura, el período neoliberal de los ‘90 y el macrismo) el resultado fue similar: alto endeudamiento público, desindustrialización, crecimiento exponencial del desempleo y, consecuentemente, empeoramiento de las condiciones de vida de los sectores populares. Los últimos datos muestran que la historia se repite. Se están destruyendo puestos de trabajo formales y está aumentando el empleo por cuenta propia.
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Frente a esto, el Gobierno promueve la desregulación laboral y el desmantelamiento del sistema de protección social. Esas medidas no son inocentes. El neoconservadurismo del que Milei busca ser estandarte mundial ataca a las políticas sociales, los sindicatos y la regulación de las relaciones laborales en una defensa irrestricta de la “libertad empresaria” para contratar, despedir y fijar salarios. Esto se expresa en el mismo cambio de nombre del Ministerio de Desarrollo Social por el de Capital Humano: el ser humano como individuo-mercancía que vale solo por lo que puede producir.
No hay nada novedoso en la restauración conservadora que plantea Milei. Expresa los intereses de las fracciones de clase que buscaron ser poder de veto frente a las políticas de ampliación de derechos de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Sabemos quiénes son: el capital financiero desacoplado de la economía real o productiva, el gran capital del agrobusiness, las empresas que buscan maximizar la tasa de ganancia a expensas de las condiciones de vida de la población.

Cecilia Moreau
La originalidad de esta experiencia son la crueldad con la que se está llevando a cabo el ajuste fiscal y la defensa de los intereses de esos sectores concentrados, incluyendo una férrea política de represión liderada por la ministra Bullrich.
Frente a este “desmonte”, es necesario que quienes compartimos la preocupación por el presente y futuro de nuestro país forjemos la unidad para consolidar un proyecto alternativo que priorice la defensa de los intereses nacionales, la creación de empleo, la ampliación del sistema de protección, la distribución del ingreso, la consolidación de las instancias de participación democrática. Debemos dar la batalla cultural por un sentido común que pase del individualismo extremo al ser humano que se realiza en su comunidad, recuperando los derechos y la solidaridad. Es urgente, porque cada día que pasa el Gobierno, con la complicidad de la “oposición que no se opone”, avanza en su tarea de destrucción. Somos conscientes de nuestro deber con la historia y con nuestros compatriotas. Y lo vamos a honrar.
(*) Diputada nacional por la Provincia de Buenos Aires. Expresidenta de la Cámara de Diputados de la Nación.