Las automotrices europeas ahora deberán diseñar vehículos que puedan ser reciclados casi íntegramente al culminar su vida útil, lo que implica un verdadero cambio de paradigma en términos de movilidad y sustentabilidad.
Por Lic. Alexis Chaves
La Unión Europea está dando pasos firmes hacia una economía circular en el sector automotriz, a través de objetivos vinculantes para la utilización de materiales reciclados en los vehículos nuevos.
Ya está instalado el debate parlamentario para que esto se convierta en una pieza clave dentro de un amplio proceso de transformación. La nueva normativa europea sobre los vehículos redefine lo que sucede al final de su vida útil. Y esto es lo que está cambiando radicalmente: el papel de los fabricantes en la gestión ambiental del sector automotor.
En esa discusión, los eurodiputados advierten sobre la responsabilidad que implica que los productores ya no puedan limitarse a fabricar como hasta ahora, y que luego vender y se desliguen de lo producido; ahora deberán hacerse cargo del vehículo desde su diseño hasta su posibilidad de desmantelamiento final.
Así se exhibe el enorme desafío que enfrenta Europa en materia de sostenibilidad automotriz. Con aproximadamente 300 millones de vehículos en circulación, el hecho de que más de 6,5 millones lleguen al final de su vida útil cada año, representa no solo una enorme oportunidad para el reciclaje, sino también una presión sobre los sistemas de recolección, acopio, tratamiento y trazabilidad.
Después de la implementación de las nuevas regulaciones, los fabricantes tendrían que hacerse cargo de los gastos de recolección y tratamiento de los vehículos que han llegado al final de su ciclo de vida (llamémosle a esto “responsabilidad extendida”) por al menos tres años. Los parlamentarios discuten que se puedan diferenciar de manera más clara los vehículos usados de aquellos que han llegado al final de su ciclo de vida, incluso prohibiendo la exportación de estos últimos.
En efecto, los vehículos nuevos tendrán que ser diseñados de tal forma que las instalaciones de tratamiento autorizadas puedan desmontar el mayor número posible de componentes y piezas para su “reciclaje”. En este nuevo escenario, va a ser imprescindible la remanufacturación, la renovación o la reutilización de las piezas, obviamente cuando sea técnicamente factible.
Asimismo, los eurodiputados están pidiendo que el plástico de cada nuevo modelo de automóvil tenga un mínimo de un 20% de componente reciclado, dentro de los seis años siguientes a la implementación de las normas. Si existe suficiente plástico reciclado y a precios razonables (otra cuestión importante), apuestan a que los fabricantes alcancen el objetivo de que represente como mínimo un 25% en los diez años siguientes a la implementación. (También se debate que la Comisión incorpore metas con respecto al aluminio y al acero reciclados, así como sus aleaciones).
¿Qué establecerán las nuevas normas? Podemos resumirlo así:
– Plásticos reciclados obligatorios: la Comisión Europea propone que al menos un 25% del plástico utilizado en vehículos nuevos provenga de materiales reciclados.
– Responsabilidad ampliada del productor: los fabricantes deberán asumir la gestión de sus vehículos al final de su vida útil, lo que incluye facilitar el desmontaje y reciclaje de componentes.
– Diseño para el reciclaje: los vehículos deberán diseñarse para permitir la fácil retirada de piezas, líquidos y materiales peligrosos, favoreciendo su reutilización o reacondicionamiento.
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El debate sigue abierto, ya que plantea otras situaciones -que se están evaluando – con los vehículos de interés cultural e histórico, los vehículos especiales y también aquellos que fueron creados para ser utilizados por las fuerzas armadas, la defensa civil, los servicios médicos de emergencias y bomberos. Más adelante habrá que analizar si se aplicarán las mismas normas a todos los automóviles y en qué escala.
En concreto, estos proyectos legislativos -que como mencionamos tienen un fuerte respaldado- promoverán el “tránsito” del sector automovilístico hacia una economía circular mediante la disminución del impacto ambiental asociado tanto a la fabricación, como al procesamiento de los vehículos después de su vida útil. Sin duda, ¡todo un cambio de paradigma para la industria automotriz!
(*) Politólogo y analista parlamentario