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Están acribillando a Rosario y acecha la sombra del narco-estado
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Están acribillando a Rosario y acecha la sombra del narco-estado

Están acribillando a Rosario. El sonido de las calles es el sonido de los tiros. Ya no ocurre en los márgenes. Las balas se han vuelto ley. El miedo y la muerte se esparcen ordenadas por celular de cárceles que se han convertido en hoteles VIP. Comandos de operaciones que no descansan mientras las autoridades dan asco y estupor declarando la rendición. El “han ganado los narcos” es la confesión más escandalosa de un ministro con su récord de puestos en el Estado.

Cuando pasen las próximas 24 horas, alguien morirá en manos de los sicarios en Rosario, que hace mucho que dejó de estar cerca para un poder cómplice.

¿Cuánto falta para que la metamorfosis se complete y los tentáculos del narco-estado definan a Rosario? Si el ataque al súper de la familia Rocuzzo y la amenaza a Messi tienen que ver con la guerra entre bandas de policías que sirven al narcotráfico y no a la comunidad, ya hay un indicio de hasta dónde llega su desafío a la autoridad. Ya parasitan la autoridad misma desde adentro. La amenaza a Messi en lo simbólico es el “vamos por todo” de los narcos. Y la respuesta de Aníbal es “vengan, me rindo”.

Lionel Messi representa, luego de muchísimo tiempo, la sensación de ganar algo importante para una Argentina que se la pasa perdiendo. “Quiero ganar la tercera”, cantó un país que vivió el Mundial como una epopeya personal y colectiva. “Ganar” trajo una felicidad que cayó como un bálsamo en la piel lastimada de un país triste. Poner el verbo “ganar” del lado de los narcos es otra provocación de un Estado que abandona a la gente buena. Es la canallada de quien se desentiende de algo que debería resolver y les ofrece a las víctimas aterradas, como todo remedio, la resignación. Un entreguista que pone a los ciudadanos en manos de sus captores. Porque el narco tiene cautiva a Rosario, mientras sus capos están falsamente presos.

Foto: REUTERS/Luciano Bisbal

El Ministerio de Justicia del que depende el Servicio Penitenciario Federal sólo se dedica a las operaciones para la impunidad de Cristina, mientras les asegura a los presos el ilegal uso del celular en las cárceles, que está prohibido por ley.

¿Alguien escuchó dar explicaciones por esto al Ministro Martin Soria? ¿Dónde está Soria? ¿Qué espera para ordenar que compren inhibidores para las cárceles? ¿Por qué se esconde? ¿O de quién es cómplice?

El año pasado la Asociación de Jueces le pidió que vuelva a funcionar el Departamento de Inteligencia Penitenciaria. Hoy los jueces de Santa Fe llegan a esperar nueve meses por la información del celular de los presos. Cuando llegan los datos es una burla. ¿A quién va la cuenta de los crímenes que no se anticipan por no escuchar a los asesinos? Seguro el ministro Soria debe estar ocupado patoteando a los jueces de la Corte, que es la moda nacional, mientras a los rosarinos los matan como moscas. Por suerte el presidente se enteró de que son argentinos.

La amenaza a Messi fue seguida por una cadena de hechos terribles, pero sobre todo en las últimas 48 horas la violencia se ensañó de tal manera con Rosario que hubo 6 muertos en dos días. En el más conmocionarte de esos ataques, los sicarios acribillaron a niños que jugaban en un cumpleaños. Un nene de 11 años murió de un tiro en la espalda y otros dos menores de 13 y 2 años fueron internados con heridas graves.

Le están tirando a los más inocentes. Saben que lo hacen. Muestran que no tienen límite, ni piedad, ni nada. El marketing del terror es parte de la domesticación de la ley para quebrarla. La otra parte son montañas de dinero manchado con sangre. Narco, terror y dinero. Va todo junto. ¿A cuántos crímenes estamos de hablar de narcoterrorismo? El año pasado fueron 37 los menores asesinados por el narcotráfico en Rosario. Están dispuestos a matar a tus hijos, y quien los debe cuidar te abandona. El que abandona a quienes debe cuidar, también tiene la mano en el gatillo de los sicarios.

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