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El espacio público y el fascismo cotidiano
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El espacio público y el fascismo cotidiano

El peronismo está en una etapa de patetismo extremo, en la cual buscará hacer daño, apelando a imbecilidades setentistas, con militantes pagos y pobres arriados que van a cualquier lado y defienden a cualquiera por el plan social que reciben intermediado por gerentes de la pobreza. En la Argentina, cuando te toca ser pobre, el Estado te da dinero a cambio de que defiendas y cumplas órdenes de políticos millonarios. Nada que no sepamos hace años.

Cuando una organización político-mafiosa se ve amenazada y siente que su final está cerca, hace lo que está haciendo el peronismo en estos momentos: aferrarse al poder para defender sus privilegios.

Más allá de las idioteces encubiertas en discurso ideológico, lo que están haciendo es defender sus lugares de poder. No les interesan la democracia ni las instituciones. Son de la misma especie tanto el puntero que está arriando a la gente hacia la casa de CFK como el gobernador de San Juan, queriendo volver a la nefasta Ley de Lemas. Ambos están únicamente interesados en sus cargos y en sus negocios, y comparten la misma matriz de pensamiento. No quieren resignar el poder, que en idioma PJ significa conservar los negocios. No tienen el más mínimo interés en la democracia ni en la gente.

La gente que fue a patotear a la casa de CFK con su mística decadente no tiene futuro real y es hija de Montoneros, de la triple A, de la obligación de usar luto cuando murió Evita y de todas la taras de un movimiento que representa la decadencia argentina. La marginalidad tumbera del kirchnerismo no es algo nuevo. Es la última reencarnación de un movimiento que es violento, corrupto y fascista desde su creación. Pensar que está pasando algo nuevo es inocente.

La batalla que deben dar los sectores republicanos tendrá que estar dotada de esa comprensión. La idea de que el peronismo es el único partido que puede gobernar el país ha nublado la vista de muchos demócratas a lo largo de la historia. ¿Cómo olvidar que en 2007 los radicales hicieron una alianza de gobierno con CFK?

Al mal se lo debe combatir siempre. En la oposición hay gente virtuosa y hay gente que no entiende que la batalla cultural es permanente y que no hay que ser funcionales al mal. La reacción de Facundo Manes negándose a votar el pedido de juicio político a Alberto Fernández es la típica reacción que genera desconcierto y desconfianza en la gente. El presidente merece que se pida su juicio político por muchas cosas. La barbaridad de decir “Nisman se suicidó, yo espero que no haga algo así Luciani” es enorme, y la muerte de Nisman es muy simbólica para los sectores republicanos. Por eso es tan desalentador y patético cuando referentes de la oposición como Manes no entienden lo que se está jugando.

La discusión de Patricia Bullrich con Rodríguez Larreta acerca de la desocupación del infame campamento en Recoleta es una discusión sana que la oposición debe darse. La actitud de algunos funcionarios del Gobierno de la Ciudad de pretender acallar esa discusión es de política chica. Uno de las grandes debates que debe darse la política en Argentina es por qué cualquier grupo, por marginal que sea, puede disponer a su antojo del espacio público. Esa concepción autoritaria viene siendo tolerada en toda la Argentina. Siempre que se corta una calle se está sometiendo y humillando a muchos ciudadanos que necesitan circular por ese espacio público.

Lo que pasó en Recoleta es un nuevo capítulo en el cual se somete a ciudadanos que viven en esa zona y que tienen que descansar, mandar los niños al colegio, cuidar enfermos y todos los actos que cada uno de nosotros cumplimos en nuestra vida en cualquier lugar en el que vivamos. Es el derecho a que se respete nuestra cotidianeidad. Permitir que se altere la vida de las personas no está bien nunca.

En la Argentina se naturalizan barbaridades. No está bien en Recoleta y no está bien cuando es en la Avenida 9 de Julio a los pies del adefesio fascista de Evita (esa imagen espantosa es otra gran humillación a millones de porteños que odiamos la simbología fascista). No está bien nunca, porque el derecho de los ciudadanos no se puede violentar jamás. No se puede hablar de ciudades modernas o sustentables y convivir con semejante muestra de atraso. Ninguna ciudad del mundo, de las que les gustan a los políticos de la oposición, permite semejante burrada.

Las alianzas que debe hacer la oposición son con la gente que sufre atropellos, y la obligación de todo político es defender a los ciudadanos que están siendo molestados por una secta que está contra la ley. Es una discusión sana la que planteó Bullrich. No hay futuro de reconstrucción sin esas discusiones.

Hay algo sano en lo que está pasando: el peronismo completo se encolumnó detrás de CFK. Nadie saca los pies del plato. Gran dato para despejar la idea que puede haber un futuro de alianza con algunas de estas gentes. Este hecho y las discusiones acerca de la ocupación del espacio público que se están dando en la oposición son datos alentadores. El peronismo sobreactúa para ocultar su debilidad y a la oposición tratar estos temas la fortalece.

Mientras, los militantes kirchneristas dicen tonterías respecto al juicio Vialidad y Massa hace un mega-ajuste sobre Educación, Obras Públicas y Salud. No toca un peso de los lugares que son antros de corrupción. No. Se mete con la Educación. Al mismo tiempo, la mayoría de la población pierde poder adquisitivo. Eso es el Gobierno de CFK.

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