Leyendo:
Criptogate: «Dato mata relato», pero… ¿y si el relato también mata?
Artículo Completo 3 minutos de lectura

Criptogate: «Dato mata relato», pero… ¿y si el relato también mata?

Por Javier Pianta (*)

Un solo tuit, tres minutos después del cierre de los mercados, y el Gobierno de Javier Milei se vio envuelto en su mayor crisis desde que asumió. El “Criptogate” o “Libragate” no es solo una tormenta mediática; es un golpe directo a la credibilidad de un presidente que ha hecho del discurso libertario y anticasta su principal activo. La lógica es simple: si vendes confianza y te descubren como un mal vendedor, tu valor en el mercado político se desploma. Y eso, justamente, es lo que muestran las encuestas.

Los datos de CB Consultora, Pulso Research y Zuban Córdoba confirman lo que el Gobierno intentó minimizar: la gente no solo se enteró del escándalo, sino que lo considera grave. CB revela que el 83,9% de los argentinos está informado sobre la polémica y que más del 70% cree que la Justicia debe investigar. Zuban Córdoba va aún más lejos: el 66,7% lo califica como la peor crisis de Milei y un 83% opina que debería dejar de actuar como influencer. El problema no es solo la pérdida de credibilidad entre los opositores, sino el impacto sobre los votantes volátiles y los sectores independientes, quienes suelen definir las elecciones.

Milei, los gestos simbólicos y la construcción del poder

Pero si algo queda claro en los datos es que el núcleo duro del mileísmo resiste. Pulso Research muestra una grieta feroz: mientras que el 48,2% cree que fue un error del presidente, un 46,1% lo considera una estafa donde Milei fue cómplice. Sin embargo, lo más preocupante para el Gobierno no es la base opositora, sino el 53,2% de los encuestados que lo ve como el principal responsable de lo sucedido. La estrategia de victimización y ataque a los medios podría contener el daño en el corto plazo, pero ¿alcanza para gobernar con crisis recurrentes?

El relato libertario de Milei se basa en que el Estado no debe intervenir y que cada individuo es responsable de sus decisiones económicas. Sin embargo, el Criptogate demuestra que cuando el propio presidente juega con la fe pública, la responsabilidad política pesa más que la ideológica.

La gran pregunta es si Milei logrará encontrar una salida antes de que el relato deje de ser un escudo y se convierta en su peor enemigo.

(*) Docente y consultor en comunicación política

Ingresa las palabras claves y pulsa enter.