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Boleta Única de Papel: un cambio necesario para cuidar la democracia
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Boleta Única de Papel: un cambio necesario para cuidar la democracia

Por María Eugenia Zamarreño (*)

Este año, nuestro sistema electoral vive un cambio histórico: por primera vez, todas y todos vamos a votar con Boleta Única de Papel. No se trata sólo de un nuevo formato: cambia la forma en que expresamos nuestra voluntad política y, junto a ello, la manera en que se garantiza la igualdad y la transparencia del voto.

Durante décadas, el sistema de boletas partidarias —cuyo diseño, impresión, distribución y custodia el día de la elección estaban a cargo de los partidos políticos— acumuló problemas conocidos: faltante de boletas, desigualdad entre partidos grandes y chicos, y una logística que sobrecargaba tanto a las agrupaciones como a la Justicia Electoral. La Boleta Única de Papel corrige buena parte de esas fallas y elimina incentivos para prácticas opacas.

María Eugenia Zamarreño, de Cippec

Con una sola hoja oficial por votante, se asegura que todas las opciones estén disponibles en todas las mesas y que cada fuerza política compita en condiciones equitativas en todo el territorio nacional.

La experiencia internacional y provincial lo confirma: más de ochenta países en las democracias del mundo utilizan sistemas similares, y provincias como Córdoba, Santa Fe y Mendoza utilizan la BUP desde hace años. Como ocurre con toda innovación institucional, el cambio generó cierta resistencia inicial, pero al poco tiempo la familiaridad con el instrumento consolidó un proceso más claro y confiable.

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En esos casos, el aprendizaje ciudadano fue rápido cuando se combinaron campañas de información y prácticas pedagógicas simples: simulacros, materiales visuales y capacitaciones para autoridades de mesa.

Por supuesto, no hay reforma electoral sin desafíos. El principal es la necesidad de información clara y accesible. Explicar cómo se vota, qué se puede y qué no, y cuáles son los errores más frecuentes es tan importante como imprimir las boletas u organizar las mesas. Garantizar un voto informado también es parte de la responsabilidad democrática. La Boleta Única no es solo una herramienta técnica: es un dispositivo de confianza.

La impresión y distribución en todo el territorio nacional de las BUP no es un detalle menor: requiere controles cuidadosos, trazabilidad y auditorías que aseguren que todo el proceso sea confiable. También hará falta capacitar bien a las autoridades de mesa y a los/as fiscales, porque su tarea va a ser clave el día de la elección. Y la comunicación del Estado tendrá que ser clara y cercana, pensada para distintos públicos. Si todo eso se hace con responsabilidad, la Boleta Única de Papel puede transformarse en un buen ejemplo de cómo mejorar la integridad democrática.

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En un contexto de escepticismo hacia las instituciones, recuperar la confianza es fundamental. Sabemos que la BUP no cambia el sistema político de raíz, pero fortalece su base de confianza porque las reglas electorales moldean la relación entre ciudadanía y representación, y cuando el proceso es más transparente y equitativo, la democracia también se vuelve más sólida.

La Boleta Única de Papel no va a resolver todos los problemas, pero da un paso firme en la dirección correcta. En definitiva, votar mejor también es una forma de cuidar la democracia.

(*) Investigadora asociada de Estado y Gobierno de CIPPEC

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