El Bitcoin superó los USD 109.000 por primera vez en su historia, impulsado por una combinación de factores que incluyen un aumento en la demanda institucional y un giro político en Washington. El mercado se disparó un 40% desde abril, cuando la criptomoneda cotizaba cerca de los USD 76.000.
La reciente descompresión arancelaria de Donald Trump también contribuyó a una mayor confianza de los inversores globales.
Pero el verdadero punto de inflexión llegó esta semana, con la aprobación inicial en el Senado estadounidense de un proyecto para regular las stablecoins —activos digitales vinculados al dólar—, un paso clave para construir un marco legal robusto para las criptomonedas. “Ahora el mercado compra en las caídas”, explicó Sean Farrell, estratega de activos digitales de Fundstrat, destacando el cambio de humor que reina entre los operadores.
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El resurgimiento de Trump en la Casa Blanca está reconfigurando la relación entre el gobierno de EE.UU. y el ecosistema cripto. En una jugada política clave, el mandatario designó a Paul Atkins, un defensor de las monedas digitales, como presidente de la SEC, reemplazando a Gary Gensler. Para muchos en la industria, este cambio significa pasar de la persecución a la colaboración.
La nueva postura regulatoria también trajo consecuencias simbólicas pero poderosas. Coinbase, una de las principales plataformas de intercambio, ingresó este lunes al índice S&P 500, consolidando la legitimidad institucional del sector. A su vez, empresas como Strategy (ex MicroStrategy) continúan sumando Bitcoin a sus balances, apostando por su valorización de largo plazo.
El presidente Trump fue más allá al anunciar la creación de una “reserva estratégica de Bitcoin”, y organizar en la Casa Blanca una cumbre de activos digitales con figuras como David Sacks, Brian Armstrong (Coinbase) y Sergey Nazarov (Chainlink). “Nunca vendas tus bitcoins”, declaró el mandatario, repitiendo un mantra popular en el ecosistema cripto.
A pesar del entusiasmo, algunos expertos señalan que muchas de estas medidas tienen un fuerte componente simbólico. Sin embargo, otros creen que este nuevo enfoque podría marcar un cambio global en la forma en que los gobiernos perciben y gestionan las criptomonedas, con EE.UU. buscando liderar esa transición desde el centro del poder económico mundial.