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Marejada palermitana: un lugar donde el mar cobra vida en cada plato
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Marejada palermitana: un lugar donde el mar cobra vida en cada plato

Se trata de un restaurante de cocina de mar que celebra más de una década en el corazón de Palermo. El menú de La Pescadorita combina frescura, técnica y creatividad bajo la dirección de Sebastián Valles y el chef David Ribulgo, quienes logran capturar el sabor del Atlántico argentino en platos que sorprenden, desde la entrada hasta el postre.

La historia detrás de este restaurante es también la de un giro inesperado. Sebastián Valles, pionero del sushi en Buenos Aires con su local Azul Profundo, tenía todo listo para mudarse a España cuando una oferta imprevista le cambió el rumbo. El local donde hoy se levanta La Pescadorita fue primero una parrilla -La Dorita- que instaló junto a otro restaurante sobre la misma calle Humboldt. Pero el llamado del mar seguía latente. Así, trece años atrás, uno de esos espacios cambió de rumbo para dar paso a un proyecto completamente nuevo y especializado: una gastronomía que retomara su pasión por los pescados y mariscos, pero con un enfoque fresco, contemporáneo y local.

Hoy, La Pescadorita se posiciona como un verdadero referente de la cocina de mar en la ciudad, donde tradición y modernidad se fusionan con naturalidad. Bajo la mirada del chef David Ribulgo, el menú se convierte en un recorrido por diversas técnicas de cocción, sabores intensos y presentaciones. Ribulgo prioriza los productos de estación y las capturas frescas del día, apostando por métodos que respetan las características naturales del pescado: hay flambeados sutiles, marinados delicados en cítricos, sellados en plancha, cocciones a baja temperatura y preparaciones al hierro, que intensifican la profundidad del sabor sin recurrir al artificio.

La propuesta arranca con entradas que ya dejan en claro el nivel de ejecución. El tiradito de salmón rosado y pulpo español se sirve con una emulsión de pimientos de piquillo que realza sin tapar, y la combinación de langostinos con trucha de Bariloche en ceviche, montado sobre una base de crema huancaína y palta grillada, logra un balance perfecto entre acidez, untuosidad y frescura. El atún rojo marinado en cítricos y tajín aporta un perfil más especiado y exótico, mientras que el tiradito tibio de trucha del Lago Alicura, flambeado en salsa nikkei, introduce un juego de temperaturas que sorprende. Las gambas al ajillo o los chipirones al hierro, con pisto de tomate italiano y cebolla caramelizada, completan una primera parte ideal para quienes disfrutan compartir platos con identidad.

En los principales, las opciones van desde piezas enteras, como la pesca del día a la parrilla, hasta platos elaborados con guarniciones refinadas. La pesca de anzuelo suele venir acompañada por ñoquis de boniato y una suave crema de lemongrass que aporta perfume y frescura. El salmón rosado se presenta sobre polenta blanca orgánica con ragout de vegetales en texturas. El arroz cremoso con mariscos es otro de los puntos altos: su cocción precisa y fondo de sabor profundo lo convierten en un imperdible. Para quienes prefieren compartir, la parrillada de mariscos -con langostinos, vieiras, chipirones y más- o la tradicional paella son alternativas generosas. También hay menú degustación, especial para probar un poco de todo en una secuencia que cambia según la disponibilidad del día.

La carta se completa con una coctelería de autor que sigue la línea temática del mar, tanto en nombres como en estética. Entre los destacados se encuentran el Carmen Sour (Malibú, gin de cardamomo, jugo de pomelo, almíbar, clara de huevo y polvo de frambuesas) y el Mar Azul con vodka y cítricos. Para cerrar, el tiramisú que se arma en mesa frente al comensal se roba todas las miradas: una perspectiva teatral y golosa que honra el espíritu del lugar.

La ambientación acompaña con detalles que remiten al universo marítimo: sillas de pana celeste, luminarias bajas, murales de sirenas hechos en mosaiquismo y una escultura del «Sireno» de Fernando Pugliese que recibe a los visitantes en la entrada. Las mesas de la vereda, cubiertas con manteles blancos y arreglos florales, invitan a prolongar la velada al aire libre. Ya sea para un almuerzo distendido o una cena sofisticada, La Pescadorita ofrece una experiencia sensorial completa, en la que cada detalle -desde la materia prima hasta la vajilla- está pensado para que el mar se sienta, se vea y se disfrute, a pasos del bullicio porteño.

Dirección: Humboldt 1905, Palermo.

Instagram: @lapescadorita  

 

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