Más allá de las procesiones, los días festivos y la reflexión espiritual, la Semana Santa también es un momento especial para compartir recetas típicas que reflejan la identidad y el sabor de cada región. Desde platos salados hasta postres dulces, cada país europeo —y también algunos latinoamericanos— ofrece sus propias delicias para conmemorar esta celebración religiosa.
En Alemania, uno de los platos más característicos es el de los huevos en salsa verde o Sosse Grüne. Esta preparación, sencilla pero llena de sabor, consiste en una base de yogur mezclada con hierbas frescas como cebollino, perejil y berros, sobre la cual se colocan huevos duros, un símbolo de fertilidad que conecta con el espíritu de la Pascua y el inicio de la primavera.
En Francia, el cordero es el protagonista de la mesa pascual. La tradicional pierna de cordero a las 7 horas se cocina lentamente en el horno con vegetales como zanahorias, cebolla, ajo y tomates cherry, regada con vino blanco. El largo tiempo de cocción garantiza una carne tierna y jugosa, ideal para compartir en familia en el Domingo de Resurrección.
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Desde el este de Europa, en Rusia, llega el Koulitch, un bizcocho pascual que se prepara con yemas de huevo, mantequilla, almendras molidas y frutas secas. Tradicionalmente se hornea el Viernes Santo y se lleva a bendecir antes del Domingo de Pascua. Su decoración con azúcar glas y su sabor especiado lo convierten en una delicia espiritual y sensorial.
En el hemisferio sur, Argentina también tiene su propia tradición dulce: la Rosca de Pascua. Este bollo de masa suave, decorado con crema pastelera, azúcar impalpable y cerezas, es una presencia habitual en las panaderías durante toda la Semana Santa. Si bien antiguamente se adornaba con huevos duros, hoy se prefieren los huevos de chocolate, especialmente para los más chicos.
En los Países Bajos, la Pascua se acompaña con el Advocaat, un licor espeso elaborado con yemas de huevo, azúcar, leche condensada y brandy. De textura cremosa, se sirve a veces con cuchara como si fuera un postre, y es un clásico en reuniones familiares holandesas.
España, por su parte, aporta una gran variedad de recetas, entre las que destacan el potaje de Cuaresma con garbanzos y espinacas, el bacalao en múltiples versiones, las torrijas —el postre por excelencia de la Semana Santa—, la Mona de Pascua y los pestiños, típicos de Andalucía. Platos que no solo alimentan el cuerpo, sino que también mantienen vivas tradiciones centenarias.
Desde el norte de Europa hasta América del Sur, la Semana Santa se saborea de muchas formas. Y aunque los ingredientes y técnicas varíen, todas estas recetas tienen algo en común: el deseo de compartir, agradecer y celebrar.