Producto de la crisis global y de las políticas distributivas locales, mientras Brasil consolida su crecimiento económico y se postula como uno de los países más pujantes de la región (junto a México) por las exportaciones de energía y alimentos, los brasileños atraviesan una profunda crisis por la inflación y la depreciación del real.
De acuerdo a una encuesta de Datafolha (en mayores de 16 años de 183 ciudades), publicada este martes por Folha de Sao Paulo, uno de cada tres brasileños no puede comprar los alimentos suficientes para alimentar cada día a su familia. De acuerdo a la Red sobre Inseguridad Alimentaria en el Contexto de la Pandemia, 33 millones de personas pasan hambre en Brasil.
En mayo, quienes no podían hacerlo eran el 26%, pero la medición de julio elevó ese indicador al 33%. Además, un 67% aseguró haber modificado sus hábitos de compra.
Más en detalle, la consultora sostiene que ese tercio que no puede adquirir los alimentos necesarios corresponde a familias con ingresos por debajo de los dos salarios mínimos, lo que equivale a unos US$ 400.
Esta situación tiene un fuerte impacto político y está signando tanto las elecciones del 2 de octubre como la campaña. De los que se declararon votantes de Luiz Inácio Lula Da Silva, el 46% tiene insuficiencia alimentaria, mientras que entre los simpatizantes de Jair Bolsonaro esa porción es de apenas el 12%.
Por esto, el mandatario lanzó el mes pasado un fuerte paquete de asistencia social y subsidios, lo que le permitió avanzar algunos puntos en las encuestas para estrechar las diferencias. De acuerdo a la mayoría de la encuestadoras, Lula se impondría en primera vuelta con entre el 51% y el 53% de los votos.
Tal como lo contó Newsweek Argentina, el Congreso aprobó (con el apoyo de Lula) una ley que eleva de US$ 75 a US$ 120 las ayudas hasta fin de año. Pero el 61% sostiene que el principal objetivo de la medida es “ganar votos”. De hecho, el 56% asevera que ese monto es insuficiente, según Datafolha.
La inflación anual ronda el 12% en Brasil, con un fuerte impacto en los alimentos (por ejemplo, la leche subió un 41% en 10 meses). Como respuesta, Bolsonaro y su ministro de Economía, Paulo Guedes, suspendieron todas las negociaciones paritarias.
