El influencer Gabriel Jesús Sarmiento fue asesinado a tiros en la madrugada del lunes mientras realizaba una transmisión en vivo desde su casa en Maracay, Venezuela. El joven, muy activo en redes sociales, utilizaba su canal de TikTok para realizar denuncias públicas contra bandas criminales y funcionarios policiales.
Su último video, que se viralizó en redes, registró los segundos previos al ataque: se lo ve pidiendo ayuda al Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), momentos antes de ser sorprendido por dos hombres armados.
Influencer venezolano #GabrielSarmiento que denunciaba a bandas criminales de El Tren de Aragua, el Tren del Llano y a funcionarios policiales en Venezuela, le disparan mientras realizaba un live de Tik Tok en Maracay 🇻🇪. pic.twitter.com/WsTOOLPhmN
— Newsweek Guatemala (@NWGuatemala) June 23, 2025
El crimen ocurrió en plena transmisión y frente a decenas de seguidores. Según medios locales, los agresores irrumpieron en la vivienda y le dispararon múltiples veces, en un acto que parece haber sido planificado como represalia directa a sus denuncias. El video se corta de forma abrupta con gritos de desesperación de una mujer que presenció la escena, y desde entonces comenzó a circular en portales de noticias y redes sociales, generando conmoción tanto en Venezuela como en otros países de la región.
En sus publicaciones recientes, Sarmiento había apuntado directamente contra miembros de la policía venezolana, a quienes acusaba de colaborar con organizaciones criminales como El Tren de Aragua y El Tren del Llano.
También se refirió al temido líder del Tren de Aragua, el “Niño Guerrero”, e incluso citó una advertencia de su padre sobre posibles represalias. “Estamos llenos de funcionarios delincuentes que trabajan con delincuentes comunes”, denunció días antes, en un mensaje que ahora resuena con dolor y rabia entre sus seguidores.
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A pesar de la viralización del caso, las autoridades venezolanas aún no se pronunciaron oficialmente sobre el crimen ni confirmaron detenciones. El silencio estatal frente a un asesinato tan explícito y mediático solo refuerza el temor de quienes, como Sarmiento, decidieron denunciar los vínculos entre el Estado y el crimen organizado. Sus seguidores exigen justicia, mientras organizaciones de derechos humanos advierten sobre el riesgo creciente de violencia contra activistas e influencers que alzan la voz.
El asesinato de Gabriel Jesús Sarmiento expone, con crudeza, la peligrosa connivencia entre bandas criminales y estructuras del poder en Venezuela, y lanza una advertencia directa sobre los límites que el régimen está dispuesto a tolerar en materia de libertad de expresión.
