En Miami, carteles publicitarios muestran rostros de Donald Trump, el senador Marco Rubio y tres congresistas republicanos, acompañados de mensajes como “Aspirante a dictador” o “Hipócritas y títeres”. La campaña fue impulsada por el empresario y filántropo cubano Miguel “Mike” B. Fernández, de 73 años, quien se ha declarado públicamente en contra de la política migratoria de la administración Trump y busca cuestionar a los políticos locales que, según él, la respaldan.
Según BBC Mundo, los mensajes buscan despertar la conciencia de la comunidad inmigrante sobre lo que Fernández califica como medidas “crueles” y “deshumanizantes”.
Nacido en Manzanillo, Cuba, Fernández recuerda cómo su familia fue expulsada tras la Revolución de 1959 y cómo sobrevivieron seis meses en México antes de llegar a Estados Unidos. Tras años en Nueva York, donde estudió en colegios jesuitas, se enlistó voluntariamente en el ejército estadounidense y combatió en Vietnam. Más tarde, se estableció en Miami, donde construyó un imperio empresarial en el sector de la salud y fundó MBF Healthcare Partners, con inversiones que suman cientos de millones de dólares. Su trayectoria como filántropo y capitalista lo llevó a apoyar inicialmente a candidatos republicanos, hasta romper con el partido en 2016 por lo que considera la estrategia de “martillo y crueldad” de Trump.
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Fernández asegura que su activismo se centra en proteger a los inmigrantes que, como él en su llegada a Estados Unidos, enfrentan expulsiones y detenciones. Critica la revocación del estatus de más de 530.000 beneficiarios del parole humanitario, el fin del Estatus de Protección Temporal (TPS) para venezolanos y la construcción del polémico centro de detención denominado “Alcatraz de los caimanes”. En su opinión, el silencio de los políticos locales ante estas medidas constituye “complicidad y cobardía”.
Desde abril, las vallas han aparecido en puntos estratégicos de Miami, con mensajes directos a Trump y a los congresistas Mario Díaz-Balart, María Elvira Salazar y Carlos Giménez. Fernández reconoce que, además de financiar la campaña con su propio capital, ha logrado que otros donantes, incluidos republicanos, se sumen al financiamiento, asegurando que los carteles permanecerán hasta las elecciones legislativas de 2026, cuando se renovarán congresistas y senadores.
El empresario no solo busca presionar a los políticos señalados, sino también abrir un debate en Miami sobre la política migratoria estadounidense. Sectores demócratas, republicanos moderados y organizaciones proinmigrantes han respaldado la iniciativa, mientras que seguidores de Trump lo acusan de alinearse con la “extrema izquierda”. Las consecuencias personales para Fernández han incluido distanciamientos familiares, pérdida de amistades y amenazas directas, como advertencias con notas en su propiedad y bloqueos agresivos en la vía pública.
A pesar de estas tensiones, Fernández asegura que no dará marcha atrás y ha retirado donaciones a instituciones educativas que excluyen a inmigrantes indocumentados. “Cuando yo llegué de Cuba nos daban dinero para estudiar. Ahora los mandamos para campos de concentración que están fabricando cerca de diferentes estados. Ese no es el país que yo conozco, no es el país del cual me siento orgulloso de ser parte”, sentencia el magnate, reafirmando su compromiso de mantener la presión política hasta que se respeten los derechos de los inmigrantes.
Fuente: BBC Mundo