El Ministerio de Relaciones Exteriores de Nicaragua apuntó contra el Vaticano y lo acusó de interferir en la política de la nación, que se encuentra bajo el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Mediante un comunicado, las autoridades nicaragüenses consideraron «un agravio e insulto a la soberanía y dignidad del país» que la Santa Sede busque tener injerencia dentro de la nación.
Estas declaraciones surgieron luego de que el obispo nicaragüense Rolando Álvarez brindara una entrevista al canal EWTN Noticias en la que contó que estar preso en Nicaragua perjudicó su salud «psicológica, emocional, psíquica y espiritual». Hoy, ya liberado, se encuentra viviendo en Roma, Italia.
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Álvarez, obispo de Matagalpa y administrador apostólico de Estelí, fue sentenciado en febrero de 2023 a 26 años y 4 meses tras las rejas por el delito de traición a la patria. En enero de 2024, la dictadura de Ortega-Murillo realizó un acuerdo y lo envió al Vaticano junto a otros 17 religiosos.
El régimen afirmó que «nada autoriza» al Vaticano a realizar nombramientos en su territorio y cuestionó que se coloque a «personas apatriadas» en lugares de liderazgo.
«Esos individuos han roto con el sagrado deber de custodiar y preservar la soberanía, la paz y el trabajo digno de cada persona», aseveró el régimen.
Por lo tanto, aseguró que cualquier nombramiento eclesiástico llevado adelante por la Santa Sede «es inadmisible, ilícita e ilegal».
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Pero la cuestión no quedó ahí. Nicaragua acusó al Vaticano de estar del lado de «infames monarquías colonialistas» y lo responzabilizó por la persecución a los pueblos indígenas y por las prácticas de la Inquisición.
En consecuencia, lo definió como un «aliado de la oscuridad, la barbarie, el genocidio y el mal».
Para finalizar, advirtió: «Sus inmorales adefesios y esperpentos, disfrazados de pastores, aquí ni volverán, ni pasarán».
