Seis semanas antes de ser elegido como papa León XIV, el entonces cardenal Robert Prevost ya enfrentaba un fuerte cuestionamiento. La organización SNAP (Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual por Sacerdotes) había elevado una queja formal ante el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano.
¿Qué decía la denuncia? Alertaba por su mal manejo de dos graves casos de abuso sexual clerical: uno en Chicago en el año 2000 y otro más reciente en Perú, en 2022.
En el primero de los episodios, Prevost, como superior provincial de los agustinos, habría permitido que el sacerdote James Ray —acusado de abusar de al menos 13 menores— viviera en un convento a escasos metros de una escuela primaria. Aunque Ray ya estaba restringido de tareas parroquiales desde 1991, nunca se notificó a la escuela cercana. “La escuela nunca fue notificada”, denunció Sarah Pearson, portavoz de SNAP. Ray fue retirado del ministerio recién en 2002 y removido del sacerdocio en 2012.
El caso en Perú también despertó alarma. En 2022, tres mujeres denunciaron abusos sufridos desde 2007 por parte de dos sacerdotes de la diócesis de Chiclayo, donde Prevost era obispo. Si bien la diócesis respondió que se tomaron acciones —como suspender a uno de los acusados y remitir el caso a Roma—, la fiscalía cerró la investigación civil por prescripción, y el Vaticano también archivó el expediente.
Según SNAP, las víctimas nunca fueron entrevistadas, lo que evidencia “una preocupante falta de diligencia”.
A pesar de estas críticas, algunos expertos ofrecen una visión más matizada. El sociólogo Rodolfo Soriano Núñez afirmó que Prevost fue “el mejor obispo en Perú en tratar los casos de abuso”, destacando que no encubrió ni persiguió a víctimas, como sí ocurrió con otros prelados latinoamericanos.
De hecho, estableció una comisión para investigar denuncias y fue uno de los pocos que instó públicamente a reportar abusos. Pero esa imagen choca hoy con el silencio del Vaticano frente a las acusaciones.
Mientras tanto, la presión aumenta. SNAP exige que el nuevo papa pida disculpas y permita que las investigaciones sean conducidas por organismos independientes, fuera de la estructura eclesial. “Si no lo hace, no tendrá la credibilidad que los sobrevivientes necesitan para romper este ciclo de impunidad en la Iglesia”, advirtió Pearson. También exigen una política de tolerancia cero y la exclusión definitiva del ministerio para abusadores.
En sus declaraciones pasadas, León XIV aseguró que “rechaza el secretismo” y que los casos de abuso “causan mucho daño”. Pero ahora, convertido en pontífice, deberá decidir si mantiene el rumbo o si las acusaciones enterradas durante su carrera pastoral terminarán por manchar el comienzo de su papado.
