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En una decisión histórica, el Vaticano veta el título de “corredentora” para la Virgen
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En una decisión histórica, el Vaticano veta el título de “corredentora” para la Virgen

La Santa Sede cerró una discusión teológica que atravesó siglos: la Virgen María no será llamada “corredentora”. En un documento doctrinal publicado este martes, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe —que conduce el cardenal argentino Víctor Manuel “Tucho” Fernández— dejó claro que ese título es “inoportuno” y puede generar confusión.

La nota, titulada Mater Populi Fidelis (“Madre del pueblo fiel”), fue firmada por el papa León XIV y confirma la línea asumida en los últimos pontificados, que reconoce la importancia de María pero evita atribuirle un rol equiparable al de Cristo en la salvación.

El texto recuerda que algunos papas del pasado usaron la expresión “corredentora”, surgida en el siglo XV, aunque sin definirla doctrinalmente ni darle carácter dogmático. De hecho, el Concilio Vaticano II evitó formalizarla y figuras centrales como Joseph Ratzinger —luego Benedicto XVI— se pronunciaron explícitamente en contra de su utilización. La explicación es simple: para la teología católica, Cristo es el único Redentor, y cualquier fórmula que oscurezca o duplique ese rol puede distorsionar el núcleo de la fe cristiana.

La nota subraya que la cooperación de María en la historia de la salvación es real, pero subordinada al protagonismo absoluto de Cristo. En esa línea, el documento advierte que el término “corredentora” podría provocar lecturas erróneas y “oscurecer la mediación única de Jesús”. El texto también recoge las advertencias del papa Francisco, quien en varias ocasiones sostuvo que María nunca buscó atribuirse títulos que compitieran con los de su hijo: “Discípula, no corredentora”, había señalado.

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En contraste, el magisterio reafirma títulos aceptados y profundamente arraigados en la devoción popular —como “Madre del pueblo fiel”, “Madre espiritual” y “Madre de los creyentes”— y valora el lugar de María como modelo de fe y cercanía con el pueblo. Sin embargo, advierte sobre grupos ultra-mariano que en redes y foros promueven definiciones dogmáticas nuevas que, según el Vaticano, pueden “desorientar” y alimentar tensiones dentro de la Iglesia.

La presentación del documento no estuvo exenta de tensión: durante la conferencia en Roma, Fernández fue interrumpido por una persona que reclamó que “no se hacen estos documentos sin escuchar al pueblo”. Con humor, el cardenal recordó que debates así no son nuevos: “En el Concilio de Trento se agarraron a las piñas”, ironizó. Más allá de resistencias, la línea quedó trazada: la Iglesia quiere preservar la devoción mariana, pero sin ambigüedades teológicas, y bajo una premisa central —para los católicos, no hay salvación fuera de Cristo.

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