Ucrania y Rusia encabezarán una negociación directa en Estambul tras más de dos años sin encuentros directos, pero las posiciones con las que cada país llega a la mesa reflejan un abismo difícil de salvar.
El gobierno ucraniano, encabezado por Volodímir Zelensky, mantiene firme su postura: cualquier acuerdo de paz debe incluir la retirada total de las tropas rusas y garantías de seguridad por parte de Occidente para evitar futuros ataques.
Por el lado ruso, el Kremlin plantea condiciones drásticas: exige que Ucrania renuncie de forma definitiva a ingresar a la OTAN y reconozca la soberanía rusa sobre los territorios ocupados, que representan cerca del 20% del territorio ucraniano. Dichas demandas son rechazadas de plano por Kiev, que considera que aceptar implicaría legitimar la invasión iniciada en febrero de 2022.
Aunque el presidente ruso Vladimir Putin fue quien propuso este nuevo intento de diálogo, finalmente no asistirá a la cita en Turquía. La delegación rusa será encabezada por Vladimir Medinski, un asesor cercano a Putin con postura nacionalista, junto al viceministro de Defensa Aleksandr Fomin y el viceministro de Relaciones Exteriores Mijaíl Galuzin. La ausencia de figuras clave como Sergei Lavrov o el propio Putin pone en duda el compromiso real del Kremlin con un proceso de paz.
Desde el bando ucraniano, Zelensky anticipó que no firmará ningún pacto que no contemple el regreso de los territorios ocupados y el reconocimiento de las fronteras internacionales previas al conflicto. Además, considera imprescindible un respaldo militar y político de los países de la OTAN y de la Unión Europea, para garantizar que Rusia no vuelva a atacar en el futuro.
La posición de Estados Unidos, actor clave en la contienda, también fue expresada en las últimas horas. El secretario de Estado Marco Rubio viajará a Estambul el viernes y reiteró que Washington respaldará cualquier acuerdo que apunte a un alto el fuego duradero, aunque reconoció que “las diferencias actuales son difíciles de reconciliar”. También dejó en claro que cualquier pacto deberá contar con el consentimiento pleno de Kiev.
Aunque la cita de Estambul es vista como un gesto diplomático, lo cierto es que las condiciones de partida están muy lejos de un terreno común. Ni Ucrania parece dispuesta a ceder soberanía ni Rusia muestra señales de renunciar a sus avances territoriales. El resultado dependerá, en gran medida, de si alguna de las partes está dispuesta a moderar sus exigencias. Por ahora, la paz sigue en punto muerto.
