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Botín de guerra: cómo EEUU y China se disputan los recursos vitales de África
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Botín de guerra: cómo EEUU y China se disputan los recursos vitales de África

Con poder y diplomacia, el presidente Donald Trump se ha propuesto firmar acuerdos con los líderes del continente africano para contrarrestar la descomunal influencia de China. Una carrera por los minerales estratégicos en África que marcan el siglo XXI podría provocar un nuevo choque de imperios. ¿Inversión o explotación de recursos? 

Por Amir Daftari, de Newsweek Internacional

La vasta riqueza mineral de África está redefiniendo la dinámica del poder global en el siglo XXI y ha desatado una nueva pulseada geopolítica entre China y Estados Unidos.

Si bien Pekín ha mantenido durante años una posición dominante en el comercio con el continente, la creciente disputa por el control de recursos clave para vehículos eléctricos, energías renovables y sistemas de defensa marca un giro de alto riesgo. La competencia por estas materias primas excede la rivalidad económica: es una batalla por el liderazgo tecnológico y la autonomía estratégica en un mundo en rápida transformación.

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África concentra casi el 30% de las reservas probadas de minerales como cobalto, litio y tierras raras. A medida que la demanda global se dispara —y se espera que aumente entre dos y diez veces hacia 2050—, la riqueza de recursos del continente emerge como un pilar central para el futuro tecnológico y económico mundial.

Este cambio eleva a África de mero proveedor de materias primas a actor central en la competencia estratégica entre potencias globales.

El peso económico de China en África se ha expandido de manera dramática en las últimas dos décadas. Sus inversiones en infraestructura —desde ferrocarriles hasta puertos— consolidaron fuertes lazos comerciales. Según datos de Visual Capitalist, hoy casi todos los países africanos comercian más con China que con Estados Unidos. En 2003, Pekín era el principal socio comercial de 18 países africanos (35% del continente). Dos décadas después, en 2023, esa cifra escaló a 52 de 54 naciones (97%). En 2024, el comercio entre China y África alcanzó los 295 mil millones de dólares, un 6% más que el año anterior.

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Si bien China lidera el comercio en general, la disputa por los minerales críticos se ha convertido en un frente decisivo de tensión entre Washington y Pekín. Estos recursos son vitales para tecnologías estratégicas que definen la seguridad económica y nacional.

“África está en el centro de la economía de recursos del siglo XXI. El desafío es lograr que esta riqueza mineral se traduzca en desarrollo inclusivo. El actual impulso global hacia las tecnologías verdes abre una ventana para reescribir esa dinámica”, explicó Afshin Molavi, investigador principal del Foreign Policy Institute de la Universidad Johns Hopkins.

LA ESTRATEGIA DE PEKÍN

El enfoque de China ha sido intenso y de largo plazo. Aunque sus empresas representan menos del 10% de la producción minera total de África, según Eric Olander —editor en jefe del proyecto multimedia The China-Global South Project— su influencia es desproporcionada en sectores clave.

“La presencia minera china en África está concentrada principalmente en regiones como Guinea, Zambia, la República Democrática del Congo y Zimbabue”, señaló Olander. Justamente, son los territorios más ricos en minerales que alimentan la transición energética y tecnológica global.

Lo que hace formidable el control de China es su dominio en refinación y procesamiento: incluso cuando los materiales se extraen fuera de su territorio, entre un 60% y un 80% de la capacidad mundial de refinado —en especial de cobalto, litio y tierras raras— se concentra en el gigante asiático. Esto le permite controlar cadenas de suministro globales.

Molavi subrayó que “estos recursos ya no son meras mercancías; se han convertido en activos estratégicos”, y agregó que el modelo chino de control vertical otorga a Pekín una ventaja estructural sobre sus rivales occidentales.

Estados Unidos, en cambio, ha estado prácticamente ausente del mapa minero africano.

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“La presencia estadounidense en minería dentro de África es minúscula comparada con lo que hace China, así que no es correcto hablar de competencia real. Eso no significa que las empresas mineras de EE.UU. no entren en estos mercados en el futuro, simplemente hoy no están presentes de manera significativa”, explicó Olander.

El analista añadió que Washington ha reconocido la importancia estratégica, pero aún no ha traducido la retórica en acción concreta. “La administración Trump viene amplificando la necesidad de romper la dependencia estadounidense de las cadenas de suministro de minerales críticos controladas por China, algo que también planteó Biden. Eso incluye desarrollar capacidad de extracción y refinación en lugares como África. El problema, al menos por ahora, es que EE.UU. habla mucho pero actúa poco”, sostuvo Olander, señalando la aversión al riesgo y los bajos incentivos de precios como principales barreras.

EL GIRO DE WASHINGTON

En este contexto entra en juego el acuerdo de paz entre la República Democrática del Congo y Ruanda, promovido por la administración Trump y firmado en junio, que busca estabilizar el este congoleño, una región con enormes reservas minerales.

El propio Trump vinculó la diplomacia con el acceso a los recursos: “Estamos obteniendo, para Estados Unidos, gran parte de los derechos sobre minerales en el Congo como parte del acuerdo”, afirmó.

El pacto representa un giro en la política de Washington, al conectar directamente los esfuerzos de pacificación con el acceso estratégico a los recursos.

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El 9 de julio, Trump recibió en la Casa Blanca a cinco líderes africanos —de Gabón, Guinea-Bisáu, Liberia, Mauritania y Senegal— para debatir la expansión de los vínculos económicos y contrarrestar la creciente influencia china en el continente.

Desde la perspectiva africana, el presidente de Gabón, Brice Oligui Nguema, fue contundente: “No somos países pobres. Somos países ricos en materias primas. Pero necesitamos socios que nos apoyen y nos ayuden a desarrollar esos recursos con asociaciones de beneficio mutuo”.

El acuerdo entre Ruanda y la República Democrática del Congo marca el inicio de un nuevo capítulo geopolítico en el corazón mineral de África. Mientras EE.UU. busca reafirmar su influencia y China defiende su posición comercial y estratégica, la competencia promete intensificarse.

Con los países africanos en una posición inédita de poder de negociación, el desenlace dependerá no solo de la inversión extranjera, sino también de la voluntad política de sus líderes para exigir transparencia, valor agregado y beneficios a largo plazo para sus pueblos.

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