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Angustia en el mundo por las demoras en la producción y entrega de las vacunas contra el coronavirus
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Angustia en el mundo por las demoras en la producción y entrega de las vacunas contra el coronavirus

Vacunas

Los inesperados retrasos de muchos laboratorios en la producción y entrega de vacunas contra la Covid-19 se extienden por el mundo y amenazan las campañas de inmunización de los países, justo cuando la pandemia arrecia y se agrava con la aparición de nuevas mutaciones más contagiosas del virus.

A la demora anunciada la semana pasada por el gigante estadounidense Pfizer, cuyos envíos de vacunas se vieron reducidos mientras agranda su capacidad de producción, se sumó ayer la del británico AstraZeneca, que por una «disminución de rendimiento» admitió que las dosis contempladas para el primer trimestre en Europa podrían reducirse a la mitad de lo previsto.

«Nos ha quedado muy, muy grande el proyecto de esta vacunación masiva», dijo  el especialista en enfermedades infecciosas del hospital público de la ciudad inglesa de Bradford, Jorge Abarca, quien enfrenta al virus en primera línea en el Reino Unido.

Para el médico mexicano, se vieron desbordadas tanto las farmacéuticas, que no han sido capaces de entregar sus vacunas en el tiempo y las condiciones adecuadas, como los países, donde el factor humano y la mala organización han retrasado la distribución y aplicación de inmunizantes.

La demora suscitó preocupación en la Unión Europea (UE), donde la campaña de vacunación está siendo más lenta de lo esperado y la rápida viralización de la cepa británica disparó los contagios.

«La Comisión Europea y los Estados miembros expresaron un profundo descontento con esto», tuiteó la comisaria europea de Salud, Stella Kyriakides.

También Noruega manifestó su «decepción», mientras que el ministro austríaco de Salud, Rudolf Anschober calificó al anuncio de «muy, muy malas noticias».

«No estamos dispuestos a aceptarlas y lucharemos» para recuperar las entregas «lo antes posible», insistió.

El enojo se suma al manifestado en los últimos días por otros países europeos, como Dinamarca, Estonia, Finlandia, Lituania, Letonia, República Checa y Suecia, que habían reprochado el incumplimiento de Pfizer/BioNTech.

En Italia, el atraso supuso posponer el inicio de la vacunación en personas mayores de 80 años y las autoridades informaron ayer que estaban preparando acciones legales contra la firma estadounidense.

Pero esta merma repentina de suministros no sólo alteró los planes de vacunación masiva en el continente europeo, sino también en países como Canadá y México, que no tardaron en manifestar su preocupación y bronca contra los laboratorios.

«Basta. Dennos las vacunas. No me importa lo que estén construyendo, pueden ponerme las excusas que quieran, no me lo trago. Hicimos un pedido, tenemos un contrato, cumplan con las obligaciones del contrato porque hay vidas en peligro», exigió el primer ministro de Ontario, Doug Ford, quien remarcó que ya debieron cerrar un centro de vacunación.

En plena segunda ola en Canadá, Pfizer aplazó por completo las entregas previstas para la próxima semana y el país sufrirá una disminución significativa de suministros en las siguientes tres semanas.

También en México la demora en los envíos de Pfizer provocó la desaceleración del plan de vacunación, que el pasado martes recibió un embarque de 220.000 vacunas, la mitad de lo esperado.

Según informaron esta semana las autoridades, la farmacéutica recortó a la mitad los lotes previstos para este mes, lo que retrasará casi tres semanas la primera fase de vacunación del personal médico y parte de los trabajadores sanitarios deberán esperar una semana más para recibir la segunda dosis.

La campaña de inmunización también se vio perturbada en Brasil, el segundo país con más muertos por coronavirus en el mundo, que el Gobierno de Jair Bolsonaro lo adjudicó a «problemas técnicos» de los laboratorios chinos.

Sin embargo, desde la oposición responsabilizaron al Ejecutivo y señalaron que sus tensiones con el gigante asiático están afectando a la distribución de inoculantes.

En un mundo con más de 98,5 millones de infectados por Covid-19 y 2,1 millones de muertes, los países enfrentan con angustia los problemas de aprovisionamiento y hacen malabares para mantener sus planes de inmunización.

Abarca destacó la necesidad de contemplar una estrategia basada «en hechos reales» y en poner los recursos «de forma adecuada», a la vez que criticó la «politización» que se hizo con las campañas de inmunización contra el coronavirus.

«Es muy fácil soñar», opinó y se refirió a la promesa del nuevo Gobierno estadounidense de vacunar a 100 millones de personas en los primeros 100 días de mandato de Joe Biden.

También citó el ejemplo de España, donde hay suficientes dosis de vacunas, pero la deficiente estrategia de distribución nacional hizo que «no estén llegando donde tienen que llegar».

«Se originó mucha politización con la distribución de las vacunas, unas falsas promesas no basadas en una evidencia científica ni en una logística médica o de salud pública”, lamentó.

Abarca explicó que el tiempo de producción para el desarrollo de una vacuna es como «un molde para galletas», es decir, lo que cuesta trabajo es el diseño del mismo, pero una vez que está listo la producción en masa es mucho más rápida.

«El problema es que la demanda está siendo mayor que la oferta y las farmacéuticas necesitan ahora redistribuir sus recursos tanto para satisfacer la demanda como para no descuidar la producción de otros medicamentos», precisó.

Por ello, a su juicio, esta falta de suministros será «temporal» y destacó que en las próximas semanas no sólo los laboratorios mejoraran sus estrategias de distribución, sino que también empezarán a distribuirse cada vez más inoculantes de otras farmacéuticas.

No obstante, el especialista reiteró su preocupación por «los intereses políticos» que afectan a la distribución local y, sobre todo, por los países que están concentrados en vacunar a la mayor cantidad de personas con una dosis, sin saber cuándo se les dará la segunda, como en el Reino Unido.

«Corres el riesgo de vacunar masivamente para hacerlo mal», concluyó.

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