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Recetas para la enferma economía estadounidense
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Recetas para la enferma economía estadounidense

El presidente tiene la tarea de recuperar la salud financiera de Estados Unidos. ¿Cuál es la acción más importante que debe emprender?  Newsweek pidió consejo a 12 pensadores económicos de alto nivel.

Pasadas las elecciones presidenciales, la salud financiera de su nación es la principal preocupación de los estadounidenses. De acuerdo con una encuesta realizada recientemente por Gallup, cerca de nueve de cada diez votantes registrados afirmaron que la economía fue el factor más importante en su decisión de voto, por encima de la respuesta a la pandemia, el crimen, las relaciones raciales y muchos otros asuntos clave. Adicionalmente, casi la mitad de las personas encuestadas dijo que el reciente diagnóstico de COVID-19 del presidente Donald Trump les hizo sentirse más preocupadas por la economía de lo que ya estaban.

Sin importar lo que ocurra de aquí al 20 de enero de 2021, día de la toma de posesión, y aún con el improbable descubrimiento de una vacuna para el coronavirus o una segunda ronda de estímulos económicos, el presidente tendrá una economía en mal estado que enfrentará un largo proceso de recuperación.

Después de todo, el índice nacional de desempleo se mantiene en un elevado 7.9 por ciento. Aunque está muy por debajo de los terribles días de finales de la primavera, cuando alcanzó hasta 14.7 por ciento, un nivel que solo estuvo por debajo de los índices alcanzados durante la Gran Depresión, sigue siendo mucho mayor en comparación con enero pasado, cuando se mantuvo en 3.6 por ciento, cerca de su nivel más bajo en 50 años.

Ese padecimiento no está siendo distribuido equitativamente. El Banco de la Reserva Federal de St. Louis calcula que el índice de desempleo para los afroestadounidenses es de 12.1 por ciento, y de 10.3 para los latinos, en comparación con el 7 por ciento para las personas de origen caucásico; mientras tanto, el índice de desempleo para los varones alcanzó un máximo de 13.5 por ciento en abril, al tiempo que llegó hasta 16.2 por ciento para las mujeres en ese mismo periodo.

Asimismo, de acuerdo con el Departamento del Trabajo, alrededor de 5 millones de personas están a punto de unirse a las filas de los “desempleados a largo plazo”, lo que significa que no han tenido trabajo durante al menos seis meses, un punto en el que tienen cada vez más probabilidades de dejar de buscar empleo.

Empleos perdidos hasta ahora: cerca de 30 millones, y el Departamento del Trabajo calcula que cerca de 4 millones de ellos son permanentes. En algunos sectores individuales de la economía, muchos de ellos integrados principalmente por pequeños negocios, el daño persistente ha sido brutal. Por ejemplo, el sitio de reseña de negocios Yelp calculó recientemente que 19,590 (61 por ciento) de los restaurantes que han cerrado este año lo han hecho para siempre.

Así, con todos estos deprimentes números en mente y con la imperante necesidad de actuar, ¿qué tendría que hacer el presidente para arreglar esta economía en problemas? Newsweek pidió a 12 pensadores económicos de alto nivel que imaginaran que reciben una llamada telefónica el 21 de enero, de parte del comandante en jefe de la nación, quien les pregunta: “¿Cuál es tu mejor consejo para mí ahora mismo en materia de economía?”.

A continuación presentamos las respuestas a esta pregunta. Recibimos una gran variedad de recomendaciones específicas, pero en casi todas se pide al gobierno federal que inyecte una gran cantidad de dinero en la economía estadounidense, en forma de ayuda directa inmediata para las personas y empresas, así como inversión a largo plazo en dinámicas como infraestructura y educación. La palabra que escuchamos con mayor frecuencia fue “gasto”. O como lo indica un economista: “¿Cuál es la respuesta? Dinero. Y mucho”.

ASIGNAR 3 BILLONES DE DÓLARES PARA ESTÍMULOS

Mark Zandi, economista en jefe de Moody’s Analytics

Zandi mira las repercusiones económicas del coronavirus a través de la óptica de la crisis financiera de 2008. Le preocupa que hayamos olvidado una de las principales lecciones de ese desastre: si el gobierno federal inyecta poco dinero en la economía, la recuperación será más prolongada y más dolorosa de lo necesario. “Por eso nos tomó toda una década recuperar plenamente el empleo”, afirma Zandi. “No podemos darnos el lujo de permitirlo de nuevo”.

Su consejo para el próximo presidente: “Recuperar completamente el empleo tan pronto como sea posible; eso significa realizar grandes acciones de política fiscal y gastos, sin preocuparse sobre el déficit y la deuda, al menos por ahora”. Zandi recomienda más cheques de estímulos ahora “como un puente para atravesar la pandemia”, seguidos de inversiones en dinámicas que tengan un efecto directo y a largo plazo en la economía, como caminos, puentes y otra infraestructura, así como la mejora de las escuelas estadounidenses.

¿Qué tan grande tiene que ser la inversión? Zandi está a favor de gastar alrededor de 3 billones de dólares, cerca de la propuesta de 3.4 billones que los demócratas propusieron inicialmente en el Congreso, y mucho más que los paquetes que se analizan actualmente de 1.8 billones (republicanos) y 2.2 billones (demócratas).

PAGO OBLIGATORIO DE LA AUSENCIA POR MATERNIDAD O PATERNIDAD

Sallie Krawcheck, directora ejecutiva y cofundadora de Ellevest

Una de cada cuatro mujeres de Estados Unidos considera la posibilidad de trabajar menos o de renunciar a su trabajo debido a la pandemia, de acuerdo con un informe reciente de McKinsey y LeanIn, con un gran costo potencial no solo para su familia y su carrera profesional, sino también para la productividad del país. Una parte muy importante de la solución, afirma Krawcheck, que durante mucho tiempo fue una ejecutiva del máximo nivel en Wall Street y que ahora dirige una plataforma digital de inversión para mujeres, es el pago obligatorio de la ausencia por maternidad o paternidad. “Hemos caracterizado erróneamente la ausencia materna y paterna como un gasto”, afirma Krawcheck. “En realidad es una inversión y se paga a sí misma durante el primer año”.

Desde el punto de vista de Krawcheck, centrar los esfuerzos de ayuda en las mujeres es cuestión de sentido común. “No es posible hallar un mayor objetivo que la mitad de la población”, afirma. “No pasa nada malo cuando pones más dinero en sus manos, y sí pasan muchas cosas grandiosas. Las economías crecen, las sociedades son más justas, las familias están mejor, a las organizaciones sin fines de lucro les va mejor porque las mujeres donan un gran porcentaje de su patrimonio. Si quisiera un apalancamiento para que el PIB de Estados Unidos crezca a una escala de billones, yo me centraría en las mujeres”.

Generalmente, las mujeres también le dan al dinero un uso económicamente más productivo que los hombres: “Los hombres suelen gastar sus excedentes monetarios en bebidas y diversión, mientras que las mujeres gastan en mejorar a su familia”, señala Krawcheck, y ellas han sido fuertemente golpeadas por la pandemia. “Las mujeres han perdido su empleo a una mayor escala que los hombres”, dice. “Incluso las mujeres lo suficientemente privilegiadas para trabajar desde casa están perdiendo productividad”.

PRIORIZAR LA CONTENCIÓN DEL COVID-19

Olivia S. Mitchell, catedrática de Economía de Negocios y Políticas Públicas de The Wharton School, Universidad de Pennsylvania

No puede haber una solución para la crisis económica sin afrontar primero la crisis sanitaria que ha hecho que los negocios cierren, piensa Mitchell. Experta en pensiones y jubilaciones y cuyo trabajo generalmente requiere un punto de vista a largo plazo, Mitchell desea que el presidente se centre en el aquí y ahora. La principal prioridad, afirma: “Tomarse en serio la labor de detener el coronavirus”.

Para Mitchell, eso significa realizar pruebas y dar seguimiento a escala masiva, continuar promoviendo la cuarentena autoimpuesta y el uso de cubrebocas, dejar en paz a los científicos que tratan de desarrollar una vacuna y fomentar la creación de un sistema nacional de aplicación de vacunas. Eso, afirma, “hará mucho para activar la economía, aunque también es claro que se requieren algunos estímulos para el año siguiente”.

IMPULSAR EL GASTO EN LA CIENCIA

Jonathan Gruber, catedrático de economía, Instituto Tecnológico de Massachusetts GRUBER.

Jonathan fue uno de los arquitectos de la Ley de Atención Médica Asequible, dice que le aconsejaría al presidente que siguiera el ejemplo de Eisenhower y otros mandatarios que gobernaron después de la Segunda Guerra Mundial: “En las décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, el gobierno estadounidense aumentó la investigación y el desarrollo público, al gastar 2 por ciento de toda la economía, al tiempo que invertía a gran escala en la educación de la ciencia en todos los niveles. El resultado no solo fue el nacimiento de prácticamente todas las tecnologías modernas, sino también la creación de la mayor clase media que el mundo ha conocido”.

Desde entonces, Estados Unidos ha ido a la zaga de otros países desarrollados en cuanto al gasto gubernamental en la ciencia. “El resultado es que hemos tenido un crecimiento lento y que nos hemos quedado atrás con respecto a nuestros competidores en materia de desarrollo tecnológico y creación de buenos empleos”, dice. “Un aumento de 0.5 por ciento del PIB en la inversión pública en investigación y desarrollo, junto con una dedicación en todo el sistema a mejorar y expandir la educación en ciencia, crearía 4 millones de buenos empleos y convertiría de nuevo a Estados Unidos en el motor del mundo”.

Gruber también advierte que es necesario asegurarse de que los beneficios de ese gasto gubernamental se distribuyan ampliamente y no se limiten solo a las ciudades “costeras o superestrellas”. Señala que “existen más de 100 comunidades en Estados Unidos que poseen las habilidades, las instituciones educativas y una alta calidad de vida, todo lo cual puede convertirlas en los próximos centros tecnológicos. Deberíamos organizar una competencia para distribuir los fondos federales en los sitios que demuestren el mayor potencial para lograrlo”.

AYUDAR A LOS MÁS AFECTADOS

Rhonda Vonshay Sharpe, economista y fundadora del Instituto de las Mujeres para la Ciencia, la Equidad y la Raza

Rhonda está a favor de un nuevo paquete de ayuda para los hogares que han tenido dificultades para salir adelante debido a los bajos beneficios de desempleo y a que las familias están ayudando a sus miembros que son adultos jóvenes. Una de las disposiciones que recomienda: permitir que los jefes de familia clasifiquen a sus hijos adultos como dependientes hasta la edad de 26 años, especialmente si han vivido de manera independiente y han tenido que regresar a casa, o si son estudiantes universitarios o recién graduados, lo cual haría que el padre tuviera derecho a una ayuda económica más generosa si se produce otra ronda de estímulos o de alivios fiscales.

También sugiere que el pago de ayuda por desempleo equivalga al menos a lo que un trabajador obtendría por una semana completa de trabajo ganando el salario mínimo federal (290 dólares a la semana). Según un informe de CNBC, 21 estados hacen algunos pagos por desempleo a una tasa menor que el salario mínimo federal por hora de 7.25 dólares, y seis han establecido límites a sus beneficios por debajo de ese nivel. De acuerdo con Vonday Sharpe, un cheque igual a la media entre el ingreso bruto de una persona sin empleo y la cantidad a la que tiene derecho actualmente, según el programa de su estado, sería mucho mejor que tratar de igualar o superar el salario mínimo federal.

Por último, ella está a favor de otorgar subvenciones y créditos a las pequeñas empresas, particularmente para cubrir los gastos anticoronavirus, como el equipo de protección personal y el rediseño del espacio de trabajo que permita mantener una sana distancia adecuada y otras medidas de seguridad. Señala que “la decisión entre un medio de vida y la vida misma no debería ser un privilegio reservado únicamente para las personas pudientes”.

CONCEDER ALGUNAS EXENCIONES TRIBUTARIAS

Joel Griffith, miembro del equipo de investigación de The Heritage Foundation

En lugar de pedirle al presidente que gaste más dinero, Griffith quiere que el gobierno se concentre en disminuir los impuestos y las regulaciones de negocios. Señala que, aunque la intención de los recortes fiscales concedidos por el presidente Trump a las corporaciones es que duraran para siempre, la mayoría de los recortes para las personas físicas expiran en 2025. Hacer que se vuelvan permanentes, así como permitir que los negocios deduzcan el costo total de algunas inversiones de capital, dice, “dará un impulso permanente al crecimiento económico a largo plazo”.

No es que él quiera sonar demasiado optimista. Dados los fondos adicionales para estímulos que el gobierno probablemente aprobará, además de lo que ya se ha gastado, junto con el enorme déficit federal que existía antes de la pandemia, piensa que lo más probable es que haya aumentos de impuestos. Aun así, Griffith señala que ese es el camino equivocado: “Una política fiscal para fomentar el crecimiento requiere, a final de cuentas, poner en orden nuestros asuntos fiscales”.

HUIR DE MÁS ESTÍMULOS

Chris Edwards, economista, director de Estudios sobre Políticas Fiscales, The Cato Institute

Mientras que la mayoría de los economistas se han unido al coro para pedir más estímulos (el centro del debate suele ser a cuánto deben ascender, y no si se deben otorgar o no), Edwards es una voz singular que aconsejaría al presidente que pisara el freno. “El gobierno se está excediendo en el otorgamiento de ayuda”, dice.

“En términos generales, los ingresos de los estadounidenses fueron más altos en los meses recientes de lo que habrían sido sin una recesión, debido a la enorme cantidad de ayuda federal”, dice Edwards. “En cuanto a la ayuda de los estados, los ingresos de los gobiernos estatales han caído modestamente, y los ingresos de los gobiernos locales se mantienen estables debido a que los ingresos por el impuesto predial continúan al alza. En el mejor de los casos, un gasto adicional en estímulos impulsaría modestamente el PIB durante un trimestre o dos, pero ello se produciría a costa de un crecimiento posterior más lento, debido a una mayor deuda o a mayores impuestos. La economía recuperará toda su fuerza por sí misma cuando ceda la crisis sanitaria”. Edwards también le aconsejaría al presidente que no se ponga en marcha el duplicar el impuesto a las ganancias de capital.

Edwards piensa que esto perjudicaría la economía de alta tecnología de Estados Unidos quitándoles parte de su recompensa a los empresarios, inversionistas ángel y capitalistas de riesgo que invierten en estas empresas de alto riesgo. Edwards insta al presidente a recortar los gastos. “La más fácil es la Seguridad Social”, dice. “Disminuir el índice de crecimiento de los beneficios para trabajadores de ingresos medios y altos mediante una ‘indexación progresiva de precios’ de los beneficios iniciales”.

PONER LA AYUDA EN PILOTO AUTOMÁTICO

Justin Wolfers, catedrático de Políticas Públicas y Economía de la Universidad de Michigan

Dado el nivel de sufrimiento financiero que padecen los hogares, Wolfers, al igual que muchos economistas, instaría al presidente a poner más dinero en las manos de los estadounidenses, y a hacerlo rápido. Pero también le aconsejaría que retirara, o al menos, que tratara de reducir, las políticas que hasta ahora han bloqueado la capacidad del gobierno federal de responder rápidamente a la crisis financiera al quitar algunas decisiones de manos humanas.

“Las últimas semanas en que las conversaciones sobre los estímulos iban y venían conforme fluctuaba la fortuna electoral y las dosis de esteroides del presidente, son un ejemplo claro de que el sistema no está funcionando”, dice. “La necesidad fiscal no cambió, solo la política. Así que, ¿por qué no simplemente se acuerda con anticipación que, si la economía se pone mal, pondremos en marcha una cantidad específica de estímulos fiscales?”

Una buena forma de lograr esto, afirma Wolfers, es mediante “lo que los economistas llaman estabilizadores automáticos, que son programas que automáticamente gastan más e imponen menos contribuciones cuando la economía falla”. Un ejemplo actual: El Programa de Asistencia de Nutrición Complementaria, conocido comúnmente como cupones de alimentos. En épocas de dificultad económica, aumenta la cantidad de personas que cumplen con los requerimientos de ingresos y ahorros del programa, y este cuesta más. Cuando hay buenos tiempos, ocurre lo contrario.

CENTRARSE EN LA GENERACIÓN DE EMPLEOS

Beth Ann Bovino, economista en jefe para Estados Unidos, S&P Global Ratings

Si bien el índice de desempleo ha disminuido pronunciadamente desde el punto máximo alcanzado en el verano, Bovino señala que el desempleo sigue siendo alto y que la mejora parece frágil. “Aunque la economía estadounidense ya no se tambalea en el terreno de la depresión, el índice de desempleo sigue siendo alto e indica que Estados Unidos sigue estando inmerso en una recuperación gravemente debilitada y que todavía enfrentamos una posibilidad de 30 a 35 por ciento de caer nuevamente en la recesión”, dice. “La dura realidad es que el presidente tiene mucho trabajo por delante”.

Bovino piensa que la principal prioridad del próximo presidente debería ser la generación de empleos, lo cual requerirá gastar mucho dinero. Para obtener el máximo beneficio de esa inversión, ella recomienda un ambicioso esfuerzo para reparar o reemplazar los deteriorados puentes, túneles, autopistas y aeropuertos de Estados Unidos. “Una inversión seria en infraestructura que esté a la altura de la magnitud de la crisis es la más grande luz al final del túnel”, dice. “Una inversión de 2.1 billones de dólares generaría más de 2.3 millones de empleos para 2024, un incremento del ingreso per cápita de 2,400 dólares y añadiría 5.7 billones de dólares al PIB en los próximos diez años. Eso equivaldría a diez veces las pérdidas ocurridas durante la recesión. No se trata de un gasto, sino de una sólida inversión en nuestro país y en nuestra fuerza de trabajo”.

DAR UNA MAYOR AYUDA A LOS DEUDORES ESTUDIANTILES

Fenaba Addoo, economista, profesora adjunta de la Universidad de Wisconsin-Madison

El Presidente deberá extender y expandir la ayuda a los 43 millones de estudiantes universitarios antiguos y actuales, así como graduados que, en conjunto, están atrapados por más de 1.7 billones de dólares en deudas educativas, afirma Addo. Las investigaciones muestran que los deudores más vulnerables son aquellos que podrían tener préstamos relativamente más pequeños, pero que se encuentran en la peor posición para pagarlos, generalmente, debido a que no pudieron terminar su educación y, como resultado, tienen problemas para encontrar un empleo con un salario digno. Ella afirma: “Han tenido que priorizar sus necesidades no relacionadas con la deuda, posiblemente a costa de su propio crédito, de manera que sus familias no enfrenten la inseguridad alimentaria o de vivienda”.

En este momento, el Departamento de Educación ha suspendido los pagos de los créditos estudiantiles hasta el final del año, y algunos acreedores privados han estado dispuestos a llegar a acuerdos con las personas que no pueden hacer sus pagos. Addo espera que el presidente vaya más allá en los esfuerzos de ayuda, y que cancele al menos una porción de esos créditos, de acuerdo con una reciente propuesta hecha por senadores demócratas para hacer que el presidente use sus poderes ejecutivos para condonar hasta 50,000 dólares por estudiante.

Addo afirma que la condonación de deudas es improbable. “Si la cancelación de la deuda no es una opción —dice, los pagos de los créditos deberían seguir suspendidos y se debe seguir dando dinero a los hogares, como los estímulos en efectivo, para pagar sus gastos hasta que exista una vacuna”.

REABASTECER LA FUERZA LABORAL

Jeffrey Korzenik, estratega en jefe de inversiones, Fifth Third Bank

Aún cuando las cifras de desempleo han aumentado, señala Korzenik, el próximo presidente de Estados Unidos deberá hacer frente a una escasez de trabajadores a más largo plazo, la cual perjudicará el PIB cuando termine la pandemia. Parte de esta escasez, señala, se deriva de los índices de nacimientos cada vez menores y de la jubilación de los miembros de la generación de la posguerra. Algo más nuevo y más preocupante es “la decreciente participación de las mujeres de entre 35 y 54 años de edad, que anteriormente fueron un elemento importante para el crecimiento de la fuerza de trabajo”. Korzenik piensa que un factor importante es que, actualmente, muchas mujeres necesitan estar en casa con sus hijos en edad escolar que deben recibir educación a distancia. Piensa que los incentivos para que los empleados proporcionen atención infantil resultarían útiles, así como mejores medidas de salud para las escuelas, de manera que puedan comenzar más rápido a impartir clases presenciales.

También le preocupa que, en relación con el desempleo, “lo peor aún está por venir”, ya que las personas que fueron despedidas a principios de la pandemia se unieron a las filas de los desempleados a largo plazo. En general, cuanto más tiempo esté sin trabajo una persona, tanto más difícil se vuelve encontrar empleo, y mayores probabilidades tiene de abandonar el mercado laboral. Una manera en que el presidente podría ayudar a remediar la situación, señala Korzenik, es proporcionar bonos para volver al trabajo como incentivos para que los trabajadores desanimados continúen buscando empleo.

ESTABLECER UN PROYECTO DE LEY DE DERECHOS ECONÓMICOS

William A. Darity Jr., catedrático de Economía, Ciencias Políticas y Estudios Afroestadounidenses de la Universidad de Duke

William insta al presidente a centrarse en las personas que perciben ingresos medios y bajos, que han sido las más golpeadas y que usualmente se quedan atrás durante la recuperación. “Desde hace mucho tiempo he propuesto la creación de un proyecto de ley de derechos económicos para el siglo XXI, de manera que eso es lo que yo propondría”, afirma Darity, pionero en el área de la “economía de estratificación”, que se centra en la función de la clase social, la raza y la casta para crear y mantener la desigualdad patrimonial y de ingresos en la sociedad. Señala que “el proyecto de ley de derechos económicos es una serie de políticas que habría deseado que estuvieran en vigor antes del inicio de la crisis del coronavirus. Pienso que habrían frenado de manera importante muchas de sus ramificaciones económicas”.

La legislación que Darity tiene en mente incluiría, entre otras cosas, una garantía federal de trabajo (personas que no pueden encontrar empleo en el sector privado tendrían trabajo en el gobierno con salarios con los que pudieran vivir), un programa nacional de seguro médico del tipo de Medicare for All (“no más falta de compromiso con la Ley de Atención Médica Asequible”, afirma) y un sistema bancario público para proporcionar servicios de calidad a los pequeños depositantes, que actualmente no reciben una buena atención de parte de los grandes bancos y que están sujetos a prácticas crediticias depredadoras como la excesiva dependencia de los créditos de nómina.

Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek

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