El exministro de Economía volvió a analizar el rumbo económico del Gobierno y advirtió que la re monetización de la economía no será posible sin un sistema bancario que pueda operar con libertad en dólares. “El ahorro que no se canaliza hacia la inversión es un obstáculo estructural para el crecimiento”, sostuvo.
El exministro de Economía, Domingo Cavallo, volvió a posicionarse como voz de referencia en el debate económico. Sostuvo que, aunque en teoría una economía con una sola moneda de curso legal y un mercado cambiario libre y flotante no necesitaría reservas externas, “esto no ocurre en economías como la nuestra, fuertemente endeudadas en monedas extranjeras y que prácticamente no tienen crédito externo”.
La acumulación de reservas es indispensable “para que puedan pagarse sin inconvenientes las importaciones y afrontarse sin demoras los pagos de servicios de la deuda”. Además, remarcó que “se necesitan muchas más reservas en la medida que la economía pretenda remonetizarse, no sólo en la moneda local sino también en dólares”.
Esa remonetización, explicó, requiere avanzar en medidas concretas: “La re monetización en dólares requiere que se admita la multiplicación del crédito bancario en esa moneda por vía de la intermediación financiera con encaje fraccionario, tal como se lo admite para los depósitos en pesos”.
Pero para que un sistema bimonetario funcione plenamente, la acumulación de reservas no es suficiente. “El buen funcionamiento de un sistema bimonetario requiere que las dos monedas sean convertibles, es decir, que no haya ninguna limitación al movimiento de capitales. Sólo así pueden competir de igual a igual. Las restricciones en el movimiento de capitales llevan a que no funcione plenamente el arbitraje entre tasas de interés interna y externa y que el tipo de cambio sea muy inestable”.
En ese marco, Cavallo también analizó el rol de los dólares “en el colchón”: “Son ahorros que las personas con ingresos en exceso de sus gastos decidieron mantener en forma líquida pero protegidos de la desvalorización del peso que genera la inflación”, sostuvo.
Sobre el programa económico oficial consideró que el problema macroeconómico que “parece estar en la mente del ministro de Economía –desde que comenzó a hablar de incentivos fiscales o regulatorios para facilitar el uso de esos ahorros guardados en el colchón– es que la demanda efectiva de servicios y de bienes de consumo es inferior a lo que sería de no existir impedimentos fiscales y regulatorios para que esos ahorros se utilizaran en la adquisición de bienes y servicios”.
Cavallo admite que ese efecto puede existir, pero relativiza su impacto. “No es de gran magnitud y mucho menos un factor limitante de la reactivación que debiera acompañar al descenso de la inflación y el mejoramiento de los ingresos reales de la población”. Incluso advierte: “Si llegara a promover el aumento del gasto, es decir si produjera desahorro, el resultado sería un deterioro mayor de la cuenta corriente de la balanza de pagos, algo que va en contra del objetivo de que el Banco Central acumule reservas externas propias”.
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El verdadero problema, advierte, es estructural: “Al no alimentar intermediación financiera normal ni participar en el mercado de capitales, se trata de ahorros que no financian inversiones ni capital de trabajo de las empresas que son el motor del crecimiento económico”.
“La clave del crecimiento es que el ahorro interno sirva para financiar el mismo monto de inversiones capaz de ampliar la capacidad productiva de la economía”.
Desde su perspectiva, el canal para encauzar los ahorros debe ser el sistema bancario. “Más allá de si los tenedores de dólares ocultos deciden gastarlos en bienes o servicios, lo importante para el buen funcionamiento de un sistema que vehiculice el ahorro a la inversión es que el remanente no gastado de esos ahorros pueda dejar de estar en infracción y sea depositado en el sistema financiero”.
Claro que eso, debe venir acompañado de reformas tal como advierten otros especialistas.
Como una de las medidas, se sugiere que los bancos puedan hacer con esos depósitos todas las operaciones que están acostumbrados a hacer con los depósitos en pesos: “Fundamentalmente otorgar préstamos en dólares por los montos que excedan los encajes legales que impone el Banco Central”.
El vuelco al sistema financiero de los dólares regularizados comenzó a producirse con el blanqueo y debería retomarse cuando los ahorristas confíen en el marco legal que proteja los anuncios económicos recientes.
Más allá de esto–para algunos analistas como Cavallo– si no se eliminan las restricciones, ese vuelco no tendrá el impacto buscado. “Estas regulaciones restrictivas persiguieron y aún persiguen evitar que con los dólares depositados en los bancos se produzca el mismo fenómeno de multiplicación del crédito bancario que resulta del sistema de encaje fraccionario aplicable a los depósitos en pesos. Pero en la misma medida que estas regulaciones consiguen su objetivo, el dólar depositado en los bancos deja de cumplir el rol de moneda en competencia con el peso”.
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“El proceso de remonetización requerirá inexorablemente la eliminación de las regulaciones restrictivas que impiden la expansión múltiple del crédito bancario en dólares”, concluyó, y agregó: “Para que esa expansión no genere riesgos sistémicos, se necesita que el Banco Central tenga reservas líquidas de su propiedad en cantidad suficiente como para proveer toda la liquidez en dólares que sea necesaria”. Hoy, advierte, el sistema está lejos de ese escenario
La clave, resume Cavallo, está en acumular reservas propias. “La compra de reservas propias permitirá consolidar a la vez la eliminación de la inflación y el rápido crecimiento económico. Con un buen nivel de reservas, se reducirán las tasas de interés, desaparecerá la expectativa de nuevas devaluaciones y se minimizarán los riesgos de inestabilidad cambiaria y financiera”.