Mientras el Gobierno festeja la desaceleración inflacionaria y el orden de las cuentas públicas, la recomposición salarial y el consumo se imponen como algunas de las principales tensiones del modelo económico.
Con paritarias que se topan con un techo del 1% mensual y un poder adquisitivo que aún no logra despegar, el bolsillo de los argentinos está en modo espera.
La estrategia oficial está centrada en el equilibrio macroeconómico, emisión monetaria nula, tipo de cambio estable y ajuste del gasto público; con aumentos anclados por debajo de la inflación el Gobierno busca evitar que los salarios funcionen como un disparador del Índice de Precios al Consumidor.
El Ejecutivo evidenció una pauta clara: no homologar acuerdos paritarios que superen el 1% mensual. Una decisión que, aunque lógica en términos técnicos, choca con la presión social por una recomposición del ingreso.
Mientras tanto, los especialistas afirman que el poder adquisitivo está condicionado, que crece el endeudamiento y baja el consumo masivo aunque aumenta el de bienes durables.
En su último informe, la consultora Focus Market advierte sobre un fenómeno inédito en la dinámica económica reciente: por primera vez en años, la inflación empieza a moderarse, pero los salarios no muestran subas acordes ni una recuperación contundente del ingreso real. «El momento es extraño para los argentinos: por primera vez en mucho tiempo, no hay inflación desatada ni aumentos salariales fuertes», señala Damián Di Pace.
Si bien los datos recientes hablan de una desaceleración de la inflación, las expectativas de aumentos salariales quedan desalineadas con esos números, y la sensación de atraso–para muchos sectores–se potencia.
Según Focus Market, la evolución de los salarios en términos reales muestra un panorama fragmentado. De acuerdo al informe, sólo los trabajadores informales del sector privado experimentaron una mejora sostenida desde mediados de 2024. Este segmento alcanzó un índice de 132,6 en marzo de este año.
Sin embargo, destacan que esta mejora tiene un alto componente estadístico: se compara contra una base muy deprimida, producto de fuertes caídas previas.
«Esta suba debe interpretarse con cautela: se explica en parte por la metodología del INDEC, que toma como referencia salarios informales más bajos en la base de comparación. Es decir, hay un efecto estadístico de recuperación frente a una caída previa muy fuerte, más que una mejora estructural del empleo informal».
Por otra parte, el salario real del sector público «se mantiene prácticamente estancado y cierra marzo en 85,0, muy por debajo del nivel de noviembre de 2023». .
Las diferencias también se hacen visibles si se comparan los datos con el promedio de 2017: los salarios informales están 35,4% abajo, los formales 25,3%, y las jubilaciones caen un 40,9%.
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Otros datos muestran que –comparado con diciembre de 2024– el salario informal creció un 13,5%, pero el formal cayó un 0,9%, y las jubilaciones subieron apenas un 1,5%.
Los números refuerzan la idea de que, más allá del relato oficial de estabilización, la mejora en los bolsillos todavía no llega.
Focus Market también monitoreo la evolución del salario promedio al tipo de cambio paralelo: en junio de 2018, el salario promedio alcanzaba un valor estimado de USD 1.548 al dólar blue, marcando uno de los picos más altos del período.
«Desde allí comenzó una tendencia descendente que se profundizó en los años siguientes, alcanzando un piso crítico en junio de 2020 con un salario promedio equivalente a apenas USD 679,05. Durante los años siguientes, el salario mostró una leve recuperación: en junio de 2022 alcanzó USD 973,82 y en junio de 2023 cayó levemente a USD 936,52. Ya en 2024, con una nueva administración, el salario en abril mostró una suba a USD 1.258,80, y en mayo se ubicó en USD 1.363,23”.
Si bien el oficialismo acumula superávit fiscal, estabilización monetaria y un descenso de la inflación mensual; estos logros macro conviven con una realidad más compleja en el terreno micro: salarios deprimidos, consumo aún retraído y un malestar creciente por la falta de mejoras perceptibles en la vida cotidiana.
Otro dato que revela este informe: aunque la mejora representa una recuperación respecto al piso de 2020, se encuentra por debajo de los niveles de 2018 y 2019.
«El desafío hacia adelante será sostener la desinflación sin seguir licuando ingresos», advierten.
Más datos de contexto: Los saldos vencidos de las tarjetas de crédito aumentaron al 2,8% en marzo –el nivel más alto en tres años–, mientras que la morosidad en los préstamos personales alcanzó el 4,1% –el nivel más alto en nueve meses– conforme a datos del Banco Central de la República Argentina.
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“La recomposición real del ingreso limita expectativas y el propio modelo”, dicen algunos analistas. Con las elecciones legislativas en el calendario y un bolsillo que sigue esperando, el Gobierno avanza en consolidar la estabilidad macroeconómica pero la economía diaria sigue un paso atrás.