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Argentina y la danza de la lluvia: los números del impacto de la sequía en el país
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Argentina y la danza de la lluvia: los números del impacto de la sequía en el país

Por Mariano Leira

La danza de la lluvia es un ritual ancestral de aborígenes de todo el planeta. Aún hoy es practicado por algunas tribus o, en forma de creencia, por diversas culturas que ruegan por sus cultivos. Durante los últimos tres años, tal vez bajo otro formato, a productores agropecuarios, políticos de provincias y municipios de zonas influidas por la actividad agrícola ganadera, y en el último semestre fundamentalmente en el Banco Central y en el Ministerio de Economía, solo les faltaba ese baile para aventar desde la fe y voluntad a la sequía y abrirle paso a la lluvia. De divisas.

El fenómeno climatológico de La Niña generó la mayor sequía registrada en la historia productiva de la Argentina. El Gobierno situó al evento como uno de los cuatro orígenes de la crisis económica actual. Comparte cartel con calamidades tales como la pandemia de Covid, la guerra entre Rusia y Ucrania y el endeudamiento con el FMI heredado de la administración anterior.

¿Cómo puede funcionar una economía con 4% menos de su PBI por la sequía? ¿Qué ajuste tendrá que hacer el país para lograrlo? (REUTERS/Miguel Lo Bianco)

 

Este año la falta de ingreso de divisas por las exportaciones del campo condicionó decisiones de política económica, restringió el acceso a dólares por la industria y el comercio, tensó la relación con los sectores medios acostumbrados a cubrirse en moneda dura y sobrecargó la inflación.

Las pérdidas de ingresos de divisas por exportaciones del campo durante este año ascenderían a unos US$ 21.000 millones, de acuerdo con los últimos cálculos de la Bolsa de Comercio de Córdoba.

¿Cómo puede funcionar una economía con 4% menos de su PBI? ¿Qué ajuste tendrá que hacer el país para lograrlo? ¿Es posible que la Argentina pueda funcionar sin tener que apelar a la danza de la lluvia?

Las preguntas llegaron, a su modo, a Washington, al escritorio del presidente de los EE.UU., Joe Biden, cuando Alberto Fernández le pidió que apoyara, a través del Departamento de Estado, la gestión de más fondos del FMI para fortalecer las reservas. La propia Kristalina Georgieva se hizo eco de la preocupación. Los resultados están por verse.

SIEMPRE QUE LLOVIÓ, PARÓ
Todos los analistas consultados coinciden en una obviedad: las sequías son eventos extraordinarios que se repiten, pero de los que se sale. El problema es el mientras tanto. Para aventar pesimismos extremos, y permitiéndose una licencia, podría decirse que, en materia de sequía, siempre que llovió, paró.

Hace un mes se declaró oficialmente concluido el fenómeno de La Niña que castigó al campo durante tres años.

La sequía podría ocasionar que la campaña agrícola de este año sea la peor de las últimas cinco

Pero la anterior gran sequía se produjo en la campaña agrícola 2008/2009. El 2008 quedará en el recuerdo por la superposición de varias crisis. A nivel mundial se había desatado la crisis de las hipotecas subprime. Se endurecieron las condiciones financieras internacionales.

Por la crisis financiera internacional, habían caído los precios de los commodities. El saldo para la producción local era de menores exportaciones con precios más bajos.

El economista del Ieral de la Fundación Mediterránea, Gustavo Reyes, explica que entonces la macroeconomía argentina respondió con “una fuerte contracción de las exportaciones y de las importaciones, con una caída interanual del nivel de actividad durante cuatro trimestres, desde el último de 2008 hasta el tercero de 2009, junto con una importante pérdida en las reservas del Banco Central, que desaceleró fuertemente la emisión monetaria y redujo la tasa de inflación”.

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Carlos Pérez, actual director coordinador de la Fundación Capital, era por entonces gerente general del Banco Central, a cuyo frente estaba Martín Redrado. “La posición de reservas internacionales era mucho más fuerte que la actual y permitía respaldar no solo la base monetaria sino también las Lebac, los pasivos remunerados”, rememoró ante la consulta de Newsweek.

“La contracción del PBI por la sequía 2008/2009 incluyó a la Industria y la Construcción, que registró las mayores caídas. Ahora, la economía cayó en términos mensuales desestacionalizados desde el cuarto trimestre del 2022”, describió Reyes del Ieral.

A diferencia de entonces, la Argentina cuenta ahora con el alto precio de los commodities: se sienten los efectos de la guerra en Ucrania, uno de los principales proveedores de trigo del planeta.

(REUTERS/Matias Baglietto)

En contra, opera la debilidad macroeconómica, la necesidad de cuidar los dólares con trabas a las importaciones y el nuevo régimen de alta inflación que se instaló en 2022. Juntos trajeron caída de la actividad entre octubre del 2022 y enero de este año.

El Relevamiento de Expectativas de Mercado del Banco Central pronostica una caída del PBI del 2,7 por ciento. En el primer bimestre del año, las exportaciones argentinas cayeron 15 por ciento. Pero las de commodities retrocedieron el 39%; las de productos agroindustriales el 9%; y las industriales retrocedieron tres por ciento. Solamente subieron las ventas externas de energía y combustibles (6 %).

IMPACTO

Los tres años de Niña lo sintieron plenamente la cosecha fina (trigo) y la gruesa (soja y maíz). Las últimas estimaciones de la Bolsa de Comercio de Córdoba indican que se perderán entre US$ 21.000 y US$ 27.000 millones frente a la campaña agrícola previa.

En 2021/2022 se había tocado un récord de unos US$ 55.000 millones en la suma de las cosechas de trigo, maíz y soja frente a entre US$ 27.000 y 33.000 millones de la campaña 2022/23. Casi la mitad.
“La soja será la más perjudicada. Estimamos que su cosecha perderá más del 45% de su valor, lo que representa de US$ 13.000 a US$15.500 millones menos que 2022. En el caso del maíz, la pérdida proyectada en dólares supera el 35% interanual (US$ 6.500 millones)”, calculó la institución cordobesa. Por el trigo, las estimaciones de pérdidas son de US$ 2.000 millones a nivel nacional, es decir, 29% menos respecto de la campaña anterior. “El valor de la cosecha de este año se ubicará en torno al promedio del periodo 2015/ 2020.

La sequía en Argentina también afectará a los biocombustibles

No solo esto, sino que incluso en el peor de los escenarios será superior al de la campaña 2017/2018, que también se vio fuertemente afectada por la sequía”, señalaron en la Bolsa de Córdoba.

Valga mencionar que el menor ingreso de dólares a la economía durante el gobierno de Mauricio Macri se combinó con el cambio de las condiciones financieras internacionales para restringir, también entonces, el ingreso de dólares, o el encarecimiento de los créditos, todo lo cual condujo hacia el FMI, hace exactamente cinco años.

Pero mientras que en 2017/2018 los precios de las commodities estaban en uno de los niveles más bajos de la última década, los actuales están entre los más elevados, incluso tras su leve descenso frente al año pasado, según la Bolsa cordobesa.

RECESIÓN

Por su parte, Fundación Capital estima que el efecto de la sequía estaría ya costándole al país un 2% de caída del PBI para el 2023. El cálculo sólo abarca a las pérdidas originadas por menor actividad del campo. Sin embargo, el perjuicio será mayor. “La caída de ingreso de divisas tiene impacto por cuatro vías –explicó Carlos Pérez -: mayor riesgo cambiario, aumento de la brecha cambiaria, inflación y recesión”, enumeró.

Al exportar menos, entran menos dólares a las reservas. Estamos ante una economía que venía con un debilitamiento extremo de las reservas, pero que también acumula más de dos años de atraso cambiario respecto de la inflación.

“El Gobierno se propuso que el tipo de cambio siga a los precios, pero sigue retrasado. Hay, además, una brecha cambiaria del 100%”, señaló el economista. “¿Podrá mantener esa política si no cuenta con los dólares de la exportación?”, se preguntó Pérez.

Esa falta de dólares del campo lleva a una restricción de dólares para la importación, y tiene un triple efecto nocivo. Por una parte, que los actores económicos que no pueden comprar dólares en el segmento oficial concurran a los financieros. De ese modo, se alimenta la brecha cambiaria. Además, el diferencial de precio entre el oficial y los dólares alternativos fuerza el traslado a precios de esa cotización, alimentando la inflación. “Finalmente –señaló Pérez- esas condiciones impactan en la actividad, induciendo a una recesión”.
RIESGOS

Sergio Massa anunció medidas para aliviar al campo por las sequías

La recesión y la piedra de la sequía en la disponibilidad de divisas se hizo sentir en los mercados financieros. A principios de abril, la influyente calificadora de riesgo Moody’s celebró que en febrero hubiera puesto fin a un miniciclo de cuatro meses de caída de la actividad. Pero al mismo tiempo advirtió los peligros de la sequía. “Las perspectivas de la producción agrícola se deterioraron en las últimas semanas, lo que sugiere un mayor impacto en la producción de cultivos que en la sequía de 2018. Como resultado, estamos revisando nuestras proyecciones, hacia una contracción del PBI de 1,5 % en 2023 desde una contracción del 0,5 % anterior, y un repunte del 1,8 % en 2024 desde el 1,5 % anterior”, señaló.

Y explicó: “Los efectos de la sequía no solo se sentirán a través del impacto directo de la oferta, sino también por la pérdida de ingresos de exportación en un momento en que la divisa es cada vez más escasa”, diagnosticó Moody’s. La secuela lógica: controles de importación más estrictos que afectarán aún más la demanda interna, freno a la disponibilidad de bienes de capital, intermedios y de consumo, disminución de la disponibilidad de reservas líquidas del Banco Central.

SALIDA CONDICIONADA

Para Natacha Izquierdo, responsable de práctica sectorial de ABECEB, los efectos de la sequía y de la magra campaña 2022/23, con su menor oferta de granos, “no sólo impactará negativamente en las exportaciones en 2023 y en el consecuente ingreso de divisas, sino que compromete las inversiones en tecnología y bienes de capital para el próximo ciclo 2023/24”.

Crisis climática: ahora llega El Niño y se esperan temperaturas récord en 2023 y 2024

Las expectativas ante el inicio de la campaña fina 2023/24 –explicó la economista-, son moderadas: estas semanas son decisivas para decidir cómo y dónde avanza la cosecha fina, debido a que el cambio de ciclo climático va hacia la neutralidad más que a un Niño y es clave la recarga de agua, agregó.

Por el momento no hay noticias demasiado optimistas. “Gran parte de la provincia de Buenos Aires, Córdoba y La Pampa podrían registrar precipitaciones por debajo de un año neutral como consecuencia de la acción de los vientos”, señaló la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.

OPTIMISMO FINANCIERO
Desde las finanzas, en cambio, se ve el vaso medio lleno, sobre todo de cara al 2024. Los administradores de fondos de Criteria proyectan, a partir de mediados de año el fenómeno de El Niño, con una probabilidad de 50%. “Luego de la sequía que afecta a la campaña actual, el ingreso de divisas para 2024 podría alcanzar los US$ 43.700 millones”, explica Nicolás Max, director de Asset Management de Criteria. “Y considerando el total de productos primarios, manufactura de origen agropecuario y Biocombustibles, el total estimado asciende a los US$ 61.700 millones el año que viene”, agregó.

En medio de un programa financiero de la magnitud como el que la Argentina mantiene con el FMI, las reservas internacionales netas en terreno casi negativo son un factor crítico al hablar de las metas del Acuerdo de Facilidades Extendidas. Ello llevó al presidente Alberto Fernández a plantearle el problema de la sequía a su par de los EE.UU., Joe Biden. Le pidió ayuda en la discusión con el FMI, lo mismo que el ministro de Economía, Sergio Massa, hizo con la titular del Tesoro, Janet Yellen.

Foto: NA

El tema está en consideración en el FMI, en manos de la número dos del organismo, Gita Gopinath. La propia Kristalina Georgieva, directora gerente el FMI, reconoció que la «Argentina se vio afectada por una grave sequía que ha socavado el desempeño de la economía y está perjudicando significativamente a la población del país, lo que ha complicado el trabajo de los políticos».

Al momento del cierre de esta edición, el gobierno argentino no solo procuraba una modificación de las metas de reservas internacionales sino también un desembolso del organismo en concepto de adelanto de lo que debería discutirse el año próximo. Buscaba no pagar vencimientos de este año por US$ 4.000 millones y un desembolso adicional por esa misma cifra.

MENOS PESO
El economista Daniel Schteingart, es director de planificación productiva de la Fundación Fundar. Especializado en desarrollo económico, acaba de dejar la función pública tras presentar en sociedad el Plan Argentina Productiva 2030, la sistematización de un proyecto industrial y tecnológico destinado a mejorar el perfil económico y social del país gestado desde la Secretaría de Desarrollo Productivo e Industria. “La sequía va a pasar, pero es probable que la producción agropecuaria esté más expuesta al cambio climático -explicó a Newsweek-. Por eso, un papel central jugará la ampliación de los riegos en los campos, que debería duplicarse hasta el final de la década. También tendrán un rol esencial los avances de la biotecnología. Por ejemplo, desarrollos como el trigo HB4, resistente al stress hídrico”, indicó.

Habla de los desarrollos biotecnológicos a cargo de Bioceres, el emprendimiento privado que patentó la “genética” HB4, consistente en la inclusión de los atributos del girasol -cultivo más resistente a la sequía- en otras semillas, como las del trigo o los porotos de la soja. La sequía puso a prueba a la experimentación con cultivos HB4 y se confirmaron mayores rendimientos en los cultivos con las variedades experimentales de trigo y soja de Bioceres.

(Reuters(Agustín Marcarian)

Schteingart proyecta un alivio de largo aliento en la dependencia de los dólares del campo, lo cual aliviará el impacto de la sequía en las finanzas argentinas. “Es probable que en los próximos años se reduzca la dependencia de las divisas del agro, ya que la energía y la minería vendrían en auxilio para la provisión de dólares”.

En lo que se refiere al campo, advirtió que los precios extraordinarios de 2021 y de 2022, que sostuvieron la productividad del campo a pesar de menores cosechas, no se repetirán, de acuerdo con las estimaciones de la FAO, el organismo de las Naciones Unidas dedicado a la agricultura. Para Schteingart, hay que esperar un cambio de la matriz de las fuentes de divisas. Si las exportaciones de energía aportaron en 2021 US$ 5.000 millones, a fines de la década deberían sumar hasta US$ 35.000 millones.

Todo será producto de la puesta en valor de Vaca Muerta, de las exportaciones de gas, pero más aún de petróleo. Pero sobre todo, cifra expectativas en el gas natural licuado, en la medida en que fructifiquen inversiones en plantas gasificadoras.

La minería es el otro gran vehículo de divisas que se proyecta hacia el futuro: de US$ 3.000 millones exportados en 2021 se pasaría en 2030 a un volumen de US$ 18.000 millones. El futuro venturoso del litio, el cobre y el oro.

Con la primera etapa en marcha de esas exportaciones, junto con el turismo receptivo y la expansión de la economía del conocimiento, en 2030 el aporte del campo a las divisas que consume la economía nacional podría reducirse del 60% actual a un todavía muy relevante pero no excluyente 50%, estimó Schteingart. Un desafío que no se presenta tan lejano. Tal vez llegue antes de la próxima sequía.

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