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Las ranas están desapareciendo en todo el mundo: cómo lo explica la ciencia
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Las ranas están desapareciendo en todo el mundo: cómo lo explica la ciencia

Por Jess Thomson, de Newsweek

Una infección micótica [causada por un hongo] está diezmando las poblaciones de ranas y anfibios, y contribuye a la amenaza de extinción de cientos de especies de anuros en todo el mundo.

Denominada quitridiomicosis, la enfermedad es consecuencia del hongo Batrachochytrium dendrobatidis, el cual daña la capa de queratina de la piel de los anfibios y, en ciertas especies, alcanza una mortalidad de hasta 100 por ciento; si bien en otras apenas ocasiona una leve infección.

El hongo B. dendrobatidis se ha diseminado por todo el mundo, afectando sobre todo algunas poblaciones africanas. Sin embargo, a decir de un estudio publicado el pasado 15 de marzo en la revista Frontiers in Conservation Science, desde el año 2000 la quitridiomicosis se ha extendido a todo ese continente.

“Se trata de un hongo microscópico que infecta la piel de los anfibios y tiene consecuencias fatales para muchas especies”, explica a Newsweek el Dr. Vance T. Vredenburg, investigador especializado en quitridiomicosis, coautor del artículo y profesor y presidente asociado del Departamento de Biología de la Universidad Estatal de San Francisco.

“De hecho, la infección que causa este patógeno —llamada quitridiomicosis— representa la enfermedad infecciosa más grave jamás registrada en la historia de los vertebrados. El hongo B. dendrobatidis ha afectado más de 500 especies, y muchas de ellas desaparecieron en extinciones masivas poco después de la invasión micótica”.

La quitridiomicosis infecta la piel de las ranas ocasionando descamación y otras manifestaciones clínicas, como ulceraciones. Y dado que los anuros absorben oxígeno por la piel, mientras que sus capas cutáneas realizan intercambios de iones críticos para la vida, la invasión del hongo conduce a la muerte.

¿CÓMO MATA EL HONGO?

“El mecanismo por el cual sobreviene la muerte apunta a que el hongo interfiere con funciones esenciales de la piel de las ranas (como captación de iones esenciales y respiración)”, explica a Newsweek la Dra. Louise Rollins-Smith, profesora asociada de patología, microbiología e inmunología en la Universidad de Vanderbilt, en Nashville, Tennessee.

El hongo B. dendrobatidis se ha asociado con la extinción de más de 200 especies de anfibios, incluidas Rheobatrachus silus, Rheobatrachus vitellinus, Taudactylus acutirostris yTaudactylus diurnis, todas ellas endémicas de Queensland, Australia. De hecho, un estudio publicado en 2019, en la revista Science, afirma que la infección micótica ha sido responsable de una disminución de 39 por ciento en las poblaciones mundiales de las especies de anfibios.

El hongo fue identificado en la década de 1990, cuando grupos de científicos empezaron a encontrar cadáveres de varias especies de rana. Hoy día, el B. dendrobatidis está presente en cualquier parte del mundo (si bien es más prevalente en todo el continente americano), ya que se cree que se disemina en forma de esporas que se desprenden de la piel de los batracios al contacto con el agua.

“Se han propuesto varios mecanismos de dispersión en los que intervienen los humanos, incluidos el comercio de mascotas, el comercio alimentario (en lugares donde las personas comen ranas) o como captura accidental en otras actividades comerciales (por ejemplo, durante cosecha de plátanos). Todavía no hemos precisado cómo se dispersa en la naturaleza, pero podemos seguirle el rastro”, asegura Vredenburg.

“La primera observación del hongo ocurrió en Australia, en 1993, pero la descripción (atribuirle un nombre científico) no se hizo sino hasta 1999. Desde entonces, hemos recurrido a especímenes de anfibios de diversas colecciones de historia natural para seguir la dispersión del patógeno alrededor del mundo”, prosigue el especialista en quitridiomicosis.

¿QUÉ SUCEDIÓ EN ÁFRICA?

“Decidimos publicar nuestro artículo porque, aun cuando ya existen centenares de estudios científicos sobre esta infección, muy pocos se han llevado a cabo en África, a pesar de dicho continente es hogar de más de 1,200 especies de anfibios”, añade el especialista.

La comunidad científica sigue debatiendo la causa de que el hongo B. dendrobatidis demorara tanto tiempo en invadir África. “No sabemos [por qué África permaneció inmune hasta hace poco]. Tal vez fue una casualidad”, especula Vredenburg.

“De lo que estamos seguros es que el hongo se diseminó por toda Australia en la década de 1990. Se manifestó por primera vez en el estado de California durante los años 1970, de allí pasó a México y Centroamérica en la década de 1980 y, durante el siguiente decenio, se extendió hacia al sur del continente americano. Sin embargo, la diseminación por Europa ocurrió algún tiempo después, como está sucediendo en África”, añade el experto.

Por otra parte, cabe la posibilidad de que las reducidas tasas de infección africanas se deban a la falta de datos. “Es muy probable que invadiera África desde hace algún tiempo, pero ha pasado inadvertido porque muy pocas personas estudian la diseminación en ese continente”, interpone Rollins-Smith. “De hecho, hace ya algún tiempo que recibimos informes de la presencia del hongo B. dendrobatidis en Sudáfrica y Madagascar”.

Asia es el último bastión en la batalla global contra este hongo, pues la infección solo se ha detectado en Indonesia, Corea del Sur, China y Japón. Y en cuanto a las especies de dichas regiones, el hongo B. dendrobatidis estuvo presente en apenas 2 por ciento de los especímenes examinados.

¿LAS RANAS ESTÁN A SALVO EN ASIA?

“El caso de Asia podría ser muy particular. El hecho de que no se hayan registrado extinciones asociadas con el hongo apunta a que el patógeno y su huésped han tenido una relación evolutiva”, propone Vredenburg.

Por desgracia, a falta de tratamientos o vacuna, no se puede hacer mucho para evitar la diseminación gradual del hongo B. dendrobatidis entre todas las especies de anfibios del mundo. Aun así, algunas ranas empiezan a dar muestras de recuperación.

“Algunos investigadores están redescubriendo individuos en muchas áreas donde se pensó que esas especies se habían extinguido tras la epidemia micótica”, explica Vredenburg. “Un ejemplo es California, donde la infección diezmó dos especies de ranas de patas amarillas. Sucede que las poblaciones del Parque Nacional Yosemite colapsaron en la década de 1980, y la infección ha persistido —aunque levemente— en la región. No obstante, una de las especies en cuestión (Rana sierrae, conocida como rana de patas amarillas de la Sierra Nevada) ha empezado a recuperarse”.

El problema más grave es que el cambio climático podría beneficiar al hongo. Según un estudio publicado en 2006, en la revista Nature, el aumento de la cubierta nubosa resultante del cambio climático podría conducir a temperaturas más frescas durante el día y más cálidas por la noche, condiciones muy ventajosas para B. dendrobatidis, patógeno que prolifera a temperaturas de entre 17 y 21 grados centígrados.

Por otro lado, el cambio climático podría tener un efecto negativo en el hongo, ya que propicia condiciones ambientales más calurosas, áridas y secas que impidan su propagación. La razón es que B. dendrobatidis requiere de entornos húmedos para diseminar sus esporas, y no puede desarrollarse a temperaturas superiores a 30 grados centígrados.

Publicado en cooperación con Newsweek

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