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Un deseo más para Leo: así será el 2025 de Lionel Messi, soñando con 2026
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Un deseo más para Leo: así será el 2025 de Lionel Messi, soñando con 2026

El Mundial de 2026 está a la vuelta de la esquina y el capitán argentino no se rinde; quiere más. Por eso, 2025 será un año clave para él y para todos los amantes del fútbol. ¿Podrá encontrar un equilibrio entre ser altamente competitivo en la cancha y disfrutar más de su vida personal?

Por Román Iucht

Su gen competitivo está intacto. Su voracidad por seguir acumulando gloria se percibe en su rostro. Nada ha cambiado de ese adolescente que debió partir de Rosario a Cataluña para devorarse al mundo en base a talento, esfuerzo y trabajo. El llamado de la victoria sigue siendo correspondido en cada partido. Odia perder y no puede disimularlo. Aunque los rivales lo admiran, simultáneamente desean doblegarlo y él lo sabe. Por eso, mientras esta en la cancha solo piensa en una cosa: ganar.

Sin embargo, al momento de decidir abandonar el fútbol de Europa y, en consecuencia, de las mejores ligas del planeta, Messi tomó una decisión. Ser feliz jugando al futbol nunca fue un dilema. Disfrutar de la vida y otros placeres afuera del campo se agregaron con su desembarco en Miami. Luego de obtener la Copa del Mundo en Qatar, Leo sintió que el máximo y tan huidizo objetivo de su vida estaba cumplido. A partir de allí algo cambió en su cabeza y está muy bien que ese “clic” haya llegado.

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Aquel “ya está” hacia sus afectos, moviendo sus brazos por delante de su cuerpo luego de ganar el Mundial, no fue solo una señal de alivio y éxtasis. Messi jamás le debió nada a nadie, pero desde el momento en que se transformó en campeón del mundo saldó todas las cuentas con él mismo.

Nunca ocultó que era capaz de cambiar la escandalosa cifra de títulos logrados con sus clubes por saber cuánto pesaba la Copa del Mundo y la vida le tenía reservada esa recompensa al final del camino. Las Copas América obtenidas antes y después de Qatar 2022, le dieron más gloria color celeste y blanco para que la reivindicación fuera completa.

El “Ojo de Tigre” sigue encendido y ante eso no hay discusión posible, pero en cada elección hay ganancias y también eventuales pérdidas. Cuando Messi escogió al fútbol estadounidense para los capítulos finales de la historia, sabía que la exigencia no sería la misma que en el Viejo Continente. Su deseo y su calidad siguen intactas y cada encuentro de eliminatorias ante los mejores de Sudamérica lo confirma, pero el fútbol es un deporte de oposición y aún en la búsqueda permanente de expansión, la de la MLS no es una vara tan alta.

El ejercicio de aceptar simplemente que Messi quiere ser feliz debe ser nuestro. Durante dos décadas se empeñó en alcanzar la cima del mundo. Trabajó para mantenerse allí y lo logró con unanimidad. No necesitaba ganar un mundial para confirmar su valía pero quienes le reclamaban esa figurita, lustran la foto principal del álbum pegada desde hace un par de años. No hay nada más. Lo buscó, lo conquistó y lo dio todo.

VA POR MÁS

El 2025 le presentará desafíos que le darán una mirada aguda de su momento profesional. El calendario tiene el cierre de las eliminatorias por un lado, el Mundial de Clubes por el otro y la liga norteamericana como el tercer vértice de su triángulo futbolístico. Serán doce meses claves. Nadie mejor que él y su autoexigencia para evaluar su forma, su rendimiento y su competitividad. Luego de ellos, y si su mirada es positiva, su sexto eslabón en la cadena mundialista estará al alcance de la mano.

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Insaciables todos pero también él, dieciocho meses lo separan de la posibilidad de jugar su sexta Copa del Mundo. Un año y medio en la vida de un deportista de alto rendimiento es demasiado. Proyectar a los treinta y siete años no es recomendable en la carrera de un futbolista y menos aún si se trata del mejor del planeta. Cualquier decisión apresurada podría acarrear una gran responsabilidad que en este momento no tiene sentido asumir. Consciente de ella, Leo evita cualquier indicio de respuesta contundente ante cada pregunta de rigor. Está muy bien que adopte esa postura. Siempre habrá un país en vilo aguardando su decisión final y precipitarla resultaría imprudente.

Claro que soñamos con un “ultimo baile”. Cómo no hacerlo si sus destellos siguen siendo fulgurantes y su magia, inagotable. Si de la galera del mago continúan apareciendo trucos y hasta el mismísimo Lionel Scaloni asegura que la puerta estará abierta hasta el día en el que el genio decida cerrarla y ya no volver a frotar la lámpara.

La obligación es toda nuestra. Debemos despojarnos de cualquier egoísmo y no pedir más nada. Los días más felices de tres generaciones enteras que estuvieron treinta y seis años esperando “ver para creer” lo tuvieron como protagonista. Los que alguna vez colgaron un poster de Diego en una pared, ahora ven como la imagen de Leo es el fondo de pantalla de cualquier celular. Todo lo que venga será gratis.

Es cuestión de esperar y sentirnos dichosos de haber sido contemporáneos de una historia única. Ante la obra de Messi, solo queda una cosa por decirle: “Muchas Gracias”.

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