River ganó. Y eso, en un Mundial de Clubes, siempre vale. Pero la pregunta que queda flotando en el Lumen Field de Seattle, donde el equipo de Marcelo Gallardo se impuso 3 a 1 al Urawa Red Diamonds, no es si River está feliz: es si este River está a la altura del desafío que se viene. Porque lo de ayer fue un triunfo trabajado, costoso y, por momentos, preocupante. Una victoria que suma pero no ilusiona a los hinchas.
El resultado fue claro, pero el desarrollo mostró grietas. El equipo empezó bien, con un gol temprano de Colidio y una buena combinación con Marcos Acuña, pero se fue desdibujando con el correr de los minutos. Le costó cubrir espacios, le faltó aire en el retroceso y se notó el desgaste en nombres clave: Enzo Pérez, Nacho Fernández y Pezzella sufrieron el ritmo. Y eso en un torneo corto, contra rivales más exigentes, puede ser letal.
Encima, llegó la lesión de Sebastián Driussi, uno de los nombres llamados a liderar esta campaña. Un esguince de tobillo lo sacó de la cancha tras el segundo gol. El panorama físico preocupa, porque la edad promedio del plantel es alta y los recambios no terminan de ofrecer garantías. Se extraña juventud, velocidad, piernas frescas. No llegaron refuerzos clave, a pesar de que el club vive su mejor momento económico en años.
Y ahí aparece otro tema: el proyecto. Mientras River vendió a Franco Mastantuono en una cifra millonaria, el pibe aún está en cancha. Jugó sabiendo que su futuro está en Madrid y, aunque aportó en el primer gol, no brilló y se mostró demasiado errático. Más allá de su calidad, depender tanto de un chico de 16 años refleja un desequilibrio preocupante. La sensación es que el equipo no tiene un plan claro más allá de las individualidades.
En defensa, hubo errores reiterados. El penal infantil de Acuña, las dudas de Pezzella, la incomodidad de Castaño como volante central, y el desconcierto en los relevos. Lo más sólido, paradójicamente, fue cuando el equipo se dedicó a tocar con pausa y controlar el ritmo. Pero esos pasajes fueron escasos. El gol de Meza, de cabeza, trajo alivio. Pero no despejó las dudas.
El grupo en el que está River no da margen. Monterrey e Inter empataron en su debut y el próximo rival será el equipo mexicano, en Los Ángeles. Ahí se juega buena parte de la clasificación a octavos: si gana, River se asegura un lugar. Si empata o pierde, dependerá de lo que pase en la última fecha. Y con este nivel, cualquier cálculo se vuelve arriesgado.
Por eso la pregunta del título no es exagerada. ¿Le alcanza a este River? Tiene historia, tiene técnico, tiene nombres. Pero necesita más funcionamiento, más piernas, más jerarquía en puestos sensibles. El Mundial de Clubes no perdona la tibieza. La victoria ante Urawa fue necesaria, pero no suficiente. El reloj ya corre, y los rivales que vienen no regalan nada.