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Soledad Pastorutti: “Aprovecho la tele para mostrarme más sexy”
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Soledad Pastorutti: “Aprovecho la tele para mostrarme más sexy”

Diez presidentes, once mandatos (algunos muy breves), unas cuantas crisis. Y ella ahí, firme. Seis Mundiales de fútbol, unas cuantas frustraciones. Y ella ahí, cercana. Hijos, divorcios, matrimonios, nietos, afectos que ya no están. Y ella siempre ahí, presente. Ella es Soledad Pastorutti, “La Sole”, “La Gringa”. Y ahí es la música, el lugar donde se siente cómoda y (nos) brinda compañía desde hace 26 años.

“Ojo que me sigo poniendo nerviosa antes de subir a un escenario. Soy muy exigente y no quiero aburrir al público”, dice un rato antes de salir al aire en “La Voz”, el programa televisivo que la tiene como jurado y que –un rato más tarde- ganaría un pupilo suyo por tercer año consecutivo.

N: No le creo que todavía se pone nerviosa antes de salir al escenario.
-A veces sí, pero cuanto más me relajo más lo disfruto. Hay días en los que arranco mal o siento que no estoy bien de la voz o simplemente estoy cansada. Pero para eso uno entrena y con los años aprendí que todo pasa por mi mente. Así que lo sigo disfrutando tanto como el primer día.

Como parte de su autoexigencia, Soledad reconoce que la pandemia le sirvió para frenar la vorágine, refugiarse en los suyos, repasar su carrera. Y valorarla. Sobre todo valorarla. Es que la lupa propia a veces suele ser más despiadada incluso que las evidencias. Es un hecho: la Sole llena teatros y auditorios, participa de los programas más vistos de la tele, es querida por el público y respetada por los colegas, pero fue el parate obligado por el coronavirus lo que le permitió tener una perspectiva más cabal de lo que genera. Y lo explica: “Como artista popular me preocupo por estar cerca de la gente, pero también entendí que hay un porcentaje que –no importa lo que una haga- no me va a elegir, y que seguir intentándolo es un esfuerzo innecesario. Tal vez porque empecé de chica, pero lo cierto es que durante mucho tiempo me esforcé por ser correcta y caer bien a la mayor cantidad de gente posible”.

Soledad: «Me sigo poniendo nerviosa antes de subir a un escenario. Soy muy exigente y no quiero aburrir al público»

¿Qué concesiones hizo para caer bien?
-Por no meter la pata a veces hablé de más. Y también a veces callé de más. Hoy intento disfrutar, y al que no le cae bien, allá ellos. También es cierto que los años me han dado otras herramientas para saber qué decir o cuándo decirlo. Mi tranquilidad es que soy honesta.

En tiempos de redes sociales ¿Se busca en internet para ver qué opinan de usted?
-No, no lo hago porque soy un ser humano y me afecta lo que puedan decir. A veces claro que la tentación está, pero no me encuentro con la mala vibra, así que prefiero no hacerlo. En redes se opina sobre todo: capaz alguien te cuestiona el vestido que elegiste ponerte, y por ahí ese vestido es el que más me gusta usar, o el que mejor creo que me queda. A veces no tengo ganas de exponerme a todo lo que se dice. Y otras veces sí. Depende.

¿Cómo se lleva con la seguridad?
-Con los años se ha convertido en mi amiga. De chica comencé a exponerme a una edad compleja, pero la edad me llevó a hacerme cargo de quién soy.

Hubo un cambio de look en su carrera. ¿Elige otra manera de mostrarse?
-Sí, me han llegado muchos mensajes sobre ese tema, así que parece que sí (risas). Aprovecho la tele para mostrarme más sexy, más mujer, pero en el escenario soy una leona. Eso no cambió.

¿Fue buscado ese cambio?
-Realmente fue una búsqueda de mi equipo, con el que trabajamos en conjunto. Un artista debe estar acorde a lo que transmite, la estética tiene que ir en el mismo sentido de lo que dice, canta o quiere transmitir. Yo empecé cantando folclore, y hay lugares del mundo donde el folclore se mide de igual a igual con otros géneros. Shania Twain es un claro ejemplo de eso. No sé si lo voy a lograr, pero lo intento y me hago cargo de lo que genero. Fue una búsqueda, pero no a lo loco. Fue pensado, porque no coincide mucho estar vestida de alpargatas y subir al escenario a cantar una balada.

ANFITRIONA
Soledad se define como “inquieta”. Su carrera musical es un claro ejemplo de esta definición. Transita con soltura por varios géneros musicales, se mueve en la televisión como pez en el agua, pisando los cuarenta se anima a cambiar de look. Inquieta, pero con la esencia intacta.

Comparte micrófono y escenario con colegas de todos los géneros, de todos los palos. En ese sentido utiliza una palabra para definirse: “anfitriona”. “Soy una persona que se adapta. Si me invitás a tu casa y estás tomando mate con edulcorante, tomo mate con edulcorante”.

Pero eso es un sacrilegio.
-En mi vida cotidiana lo tomo amargo, pero me gusta ser buena anfitriona. Quiero que todos la pasen bien. Y en ese sentido la música es mi punto de encuentro, es donde soy feliz y me siento cómoda. En ese aspecto sigo siendo bastante romántica.

«Aprovecho la tele para mostrarme más sexy, más mujer, pero en el escenario soy una leona. Eso no cambió», asegura la Sole.

Tal vez por esas razones: la inquietud para buscar nuevas exigencias, la exigencia para brindar shows de calidad, y su condición de buena anfitriona para recibir invitados, donde toca La Sole siempre hay lugar para la sorpresa.

Al igual que Rodolfo Orozco –uno de los ocho personajes ficticios creados por León Gieco en su mítica composición con la letra “o”- Soledad “tocó con todos, por poco no tocó con Colón. Coloso”. Ella se divierte con la comparación (“Te la voy a robar”, promete) y reflexiona: “Algo debe tener que ver que nací el 12 de octubre, justo el Día de la Diversidad Cultural, y la música tiene esa diversidad con la que disfruto”.

Si uno quisiera enumerar la cantidad de artistas con los que la nacida en Arequito compartió escenario o grabación no alcanzaría el espacio de esta nota.

“Amo cantar con mis colegas. Disfruto más que nunca la libertad que ofrece el arte para reunirnos y compartirlo. Simplemente porque se puede, porque nos gusta, tenemos ganas y lo disfrutamos”, dijo apenas 24 horas antes de la entrevista, cuando en el set de “La Voz” estrenó tema nuevo con pasta de hit junto a Lali Espósito y Natalia Oreiro. Se llama “Quiero todo”, y cuenta con la producción nada menos que de Marcela Morelo. Un power cuarteto femenino consagrado y convocante: “Son mujeres que me inspiran, con las que siento que tengo mucho en común”, aseguró. Pero esta nueva canción es apenas una muestra de la interminable lista de éxitos compartidos y duetos de Soledad.

Esa faceta podrá apreciarse el próximo 29 de octubre en el Movistar Arena, escenario en el que se presenta por tercer año consecutivo y donde promete un show más “popero” para toda la familia. Grandes y chicos. Los de ayer y los de hoy. Los de hace 26 años junto a los que llegan por su masividad televisada. Los que aman el folclore, los que bailan cumbia y los que se derriten con una balada.

«Creo que hay una parte de uno que necesita ser privada. Cuando llego a casa necesito estar descalza y quitarme el maquillaje, o no, pero con los míos. Soy honesta, quizás a muchos no le gusta, pero lo que me importa es no tener que meterme en un personaje todo el tiempo», sostiene Soledad Pastorutti.

Si bien –ha dicho- no suele buscarse en redes sociales, no es ajena a la modernidad. Su cuenta de Instagram está más que nada dedicada a su vida profesional, pero hay pequeñas grageas de su vida personal: su marido, Jeremías (con quien está casada desde hace 15 años), sus hijas (Regina y Antonia), su papá en el Día del Padre, el cumpleaños de su abuela o algún viaje. Ocasiones muy puntuales y bien dosificadas.

Usted ha sabido preservar su intimidad.
-Es generacional. Creo que hay una parte de uno que necesita ser privada. Cuando llego a casa necesito estar descalza y quitarme el maquillaje, o no, pero con los míos. Soy honesta, quizás a muchos no le gusta, pero lo que me importa es no tener que meterme en un personaje todo el tiempo.

¿Puede pasar?
-Los artistas están muy expuestos en lo bueno y en lo malo, porque es muy lindo lo que se genera pero también es noticia cuando perdés a un ser querido. Y eso no me gusta.

¿Y esa ecuación cómo le resulta?
-Al principio fue beneficioso. Ahora tengo más herramientas para elegir qué mostrar y qué no. No tengo nada que ocultar, pero hay cosas que prefiero resguardarlas. Llevo 26 años de carrera y mal no me ha ido.

Fotos: Laureana Fenoy

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