En el detrás de escena de El Eternauta, la serie argentina que arrasa en Netflix, hubo un motor silencioso que sostuvo todo: la colaboración masiva. Lejos de los egos y las firmas individuales, la producción se apoyó en una red de talentos que trabajó con un objetivo en común.
Uno de los grandes desafíos fue dar vida a los emblemáticos cascarudos, las criaturas alienígenas que marcaron a fuego la historieta de Oesterheld y Solano López.
El primer trazo de su diseño surgió de las manos del escultor Martín Canale, pero el proceso fue mucho más allá: se integraron aportes internacionales, incluyendo a los históricos Industrial Light & Magic, quienes dejaron su huella en algunas escenas clave como la llegada al puente Saavedra.
La construcción visual no se limitó a lo artístico: también exigió una arquitectura tecnológica minuciosa. Estudios como Many Worlds, Beat y Refine fueron responsables de animaciones, pruebas y más de un centenar de planos finales. Ignacio Pol estuvo a cargo de los efectos visuales y la producción virtual, mientras que la supervisión general estuvo acompañada por la dirección creativa de Bruno Stagnaro y María Battaglia, quienes guiaron el desarrollo estético y narrativo de las criaturas para que encajaran con el tono de la serie.
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Aunque los monstruos nunca estuvieron físicamente en el set, los actores no actuaron frente al vacío. Para lograr reacciones creíbles, se utilizaron stunts con trajes croma que imitaban movimientos animales. Estos performers, desplazándose en cuatro patas, marcaron posiciones y ritmos para que los intérpretes pudieran interactuar con algo concreto.
En una única escena —dentro de un auto con Ricardo Darín y Troncoso— se usó una criatura digital en tiempo real, el resto fue creado íntegramente en posproducción.
Con el rodaje terminado, se desplegó el trabajo más complejo: borrar los elementos físicos de referencia y reemplazarlos por insectos generados digitalmente. El uso del Chroma Key fue fundamental en esta fase, permitiendo eliminar los trajes de los performers y sustituirlos por estructuras animadas que replicaban con fidelidad tanto sus proporciones como los movimientos previstos en el guion.
El resultado final fue una adaptación que no solo respetó la historia original del cómic, sino que lo actualizó con herramientas modernas sin perder la esencia.
