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La historia detrás de los hoteles de Chapadmalal: una reliquia vacacional impulsada por Eva Perón
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La historia detrás de los hoteles de Chapadmalal: una reliquia vacacional impulsada por Eva Perón

Por Emilia Zavaleta

Mar del Plata es la ciudad más importante de la costa argentina. Su puerto, sus balnearios y atracciones turísticas son parte de nuestro lenguaje cotidiano. Pero si nos alejamos un poco más hacia el sur, vamos bordeando kilómetros de costa que por su ecosistema, dan mucho que hablar a quienes nunca se han alejado de esa gran ciudad. Del costado de la ruta 11 se observa la inmensidad del Atlántico, de a ratos escondido debajo de enormes acantilados que guardan una geografía muy particular y diferente al resto de la costa bonaerense. Son pocas las estructuras edilicias que pueden verse de ese lado de la ruta. Hasta que de forma prominente, aparecen grandes edificios, que aún hoy, superan en tamaño a los balnearios a orillas del mar. Ellos son los emblemáticos hoteles construidos en 1955 por la Fundación Eva Perón.

Tradicionalmente Mar del Plata era el lugar de vacaciones de las familias más adineradas de Buenos Aires. La posibilidad de descansar en la playa no era algo fácil para el resto de la población. Las distancias dificultaban el traslado y los medios para llegar a la costa sólo podían cubrirlos aquellas familias de clase alta. Durante el gobierno de Juan Domingo Perón se implementaron numerosos planes sociales que ampliaban los derechos de las clases trabajadoras, principalmente la clase obrera. La voz detrás de las iniciativas que buscaban mejorar las condiciones de vida de la población era la de su esposa, Eva. Siempre buscando paliar las injusticias que recaían sobre los grupos de bajos recursos, las políticas en torno a esta icónica mujer buscaron darle a esas familias la oportunidad de vacacionar como cualquier otra familia argentina.

El marco propicio para materializar este proyecto era la ley 33.302, promulgada en 1945, que consistía en quitar un 2% del sueldo de cada empleado con el fin de crear un Fondo Nacional de Turismo. El mejor escenario para armar la infraestructura era las 70 hectáreas expropiadas que se encontraban sobre la ruta 11 que une Mar del Plata con Miramar. Perón, como titular de la Secretaría de Trabajo, consideró que estas tierras eran las más adecuadas para la construcción de un hotel y una colonia de vacaciones para empleados y obreros del Estado. La obra fue iniciada por el entonces Ministro de Obras Públicas, Gral. Juan Pistarini en 1948 y finalizada por la Fundación Eva Perón durante la presidencia de su marido. Y con el lema “usted se paga el viaje, el gobierno el hospedaje” se creó la Unidad Complejo Turístico Chapadmalal.

Familias enteras llegaban a partir de ese momento a disfrutar de las aguas del Atlántico, a comer en los diferentes restaurantes, y dormir en habitaciones bien acomodadas de los 9 edificios construidos en un ecosistema marítimo y agreste. Con más de 3000 habitaciones, el complejo contaba además con centros comerciales, salones de juegos, asistencia sanitaria, guarderías y comedores, todos proveídos de mobiliario suministrado por la Fundación. Cada rincón estaba pensado para ofrecer a la sociedad un escape, un momento de tranquilidad y ocio en familia. La Fundación pensó en todo lo que fuera necesario para que las vacaciones de los pobres y necesitados del país fueran de lujo. Se creó también una gran panadería y repostería, como también un “matadero” para proveer leche y carne vacuna.

Foto: Archivo Telam

Una particularidad resaltaba en medio de este imponente hotel de turismo social. Uno de los edificios estaba preparado para acoger a familias y niños sin recursos, es decir no pagaban hospedaje. La decisión de reservar un espacio exclusivo para niños y niñas que pudieran acceder a la playa bajo la supervisión de institutrices, fue específicamente ordenado por Evita, que tenía especial cariño y contención hacia los más pequeños. Existe un testimonio que prueba de su visita a esta colonia por parte de la primera dama en el escenario de un viaje oficial que Perón hiciera a la ciudad marplatense. Cuenta este testigo, que Evita tomó el té con los niños de la colonia, hospedados en el hotel N 5. A su vez, una mujer que trabajó de recepcionista en los años posteriores, fue de a poco recolectando material de la época de esplendor del complejo: máquinas de escribir, muebles antiguos, juguetes que eran enviados de la Fundación para los niños etc. A ello le sumó fotografía y recortes de diario que hablaban de Evita, manteles y vajilla donados por ella y otras tantas huellas de la “época feliz” de las familias trabajadoras que vacacionaban en ese lugar. Así fue como Silvia Daria inauguró en 2003 el Museo Eva Perón, un tesoro que hoy permanece como el único espacio abierto al público del complejo, en el hotel N5, que no casualmente era donde existía la colonia de los niños.

Con el tiempo, y luego de finalizada la segunda presidencia de Perón, el sistema instaurado sufrió un periodo de bloqueo y reconversión del turismo social. Los sucesivos gobiernos militares bloquearon la estructura de prestaciones y transferencias de recursos provocando un lento desgaste de los hoteles. Con la vuelta de la democracia en 1983 se intentó reactivar el sistema de prestaciones, pero el turismo había cambiado en su totalidad y la crisis económica perjudicó el mantenimiento de los complejos.

Recién a partir del año 2003, una vez recuperada la estabilidad económica en Argentina, comenzó el período de reactivación del turismo estatal restableciendo la infraestructura y las actividades de la Unidad. Pero las inversiones requeridas para un adecuado funcionamiento eran muy superiores a las recaudaciones destinadas al sector. La pandemia empeoró aún más la situación.

Allí quedan entonces, estas solemnes obras que una vez aglomeraron a miles de familias que experimentaron la dicha de veranear frente al mar. Inmuebles que se descascaran, con sus vidrios rotos, y tejas caídas. Pero que sin embargo mantienen esa majestuosidad y ese espíritu comunitario único y referente del turismo social en Latinoamérica. Una belleza abandonada que aún conserva ese aire de solidaridad que evoca a Evita y su vínculo con el pueblo argentino en un pequeño espacio que recrea la felicidad que se vivió en este emblemático lugar de la costa argentina.

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