Aunque pocos lo recuerdan, el universo de “Volver al Futuro” tuvo una curiosa secuela que nunca llegó al cine. Se trató de “Back to the Future: The Ride”, una producción exclusiva para los parques temáticos de Universal Studios, estrenada en 1991.
Más que un simple corto, fue una experiencia inmersiva de ciencia ficción protagonizada por Christopher Lloyd (Doc Brown) y Thomas F. Wilson (Biff Tannen), diseñada para transportar al público directo al año 2015.
En esta historia interactiva, el público ingresaba al Instituto de Tecnología del Futuro, donde una nueva versión del DeLorean permitía viajar en el tiempo. Aunque no tuvo la pompa de una premiere de Hollywood, el corto se convirtió en una joya de culto para quienes visitaron los parques de Universal en Hollywood, Florida o Japón. Pero había una ausencia notable: Michael J. Fox no formó parte del proyecto, debido al avance de su enfermedad de Parkinson.
La producción formó parte del cierre espiritual de la trilogía, pero no logró impulsar una cuarta entrega. A lo largo de los años, tanto Bob Gale como Robert Zemeckis, creadores de la saga, rechazaron cualquier propuesta para una nueva película. “La trilogía es perfecta así como está”, afirmaron en una entrevista con la BBC, donde también descartaron la idea de ver a otro actor como Marty McFly. “Nadie quiere ver a Marty con Parkinson, ni tampoco a un reemplazo”.
Michael J. Fox preocupa a sus fans por su condición de salud: ¿habrá Volver al futuro 4?
Detrás de esta aventura estuvo también Steven Spielberg, productor ejecutivo de la saga original, quien fue clave en imaginar una atracción que mantuviera vivo el espíritu de la franquicia. El proyecto se desarrolló entre 1985 y 1989, y fue anunciado oficialmente junto al estreno de Volver al Futuro II. Aunque la atracción fue desmantelada en 2007, dejó una marca imborrable en los fans más fieles.
Hoy, sin una cuarta película en el horizonte, el universo de “Volver al Futuro” sigue generando nostalgia y nuevas experiencias. “Back to the Future: The Ride” es un ejemplo de cómo se puede expandir un mundo sin traicionar su esencia. A pesar del paso del tiempo, Doc, Biff y el DeLorean siguen más vivos que nunca en la memoria colectiva.
